Toros, figuras y picadores
Las nuevas normas sobre la lidia determinarán el desarrollo del abono, que empieza esta tarde
Las principales figuras del toreo, toros de algunas de las ganaderías de mejor encaste y una expectación sin precedentes sobre la forma en que se va a desarrollar la lidia (principalmente la suerte de varas), como consecuencia de la aplicación de las normas que contiene el nuevo reglamento taurino, configuran la Feria de San Isidro, que empieza esta tarde, en su 47ª edición, y es la más larga que haya conocido la fiesta. Fruto de esta expectación ha sido la venta masiva de abonos, y para muchos de los festejos hay tal demanda que ya están prácticamente agotados los billetes.
La Feria de Sevilla recién terminada, que pasará a la historia por la trágica muerte del banderillero Montoliú, ha transcurrido por unos cauces de mediocridad sin precedentes. El toro fue de una invalidez lamentable -a salvo la excelente corrida de Guardiola-, hasta el punto de que ninguno de los que se lidiaron en las 12 primeras corridas pudieron soportar una lidia en regla.En esos 72 toros, la labor de los picadores se limitó a un paseo militar, pues las reses se derrumbaban apenas sentían el escozor de la vara, y con dos leves puyazos, o incluso sólo uno, liquidaban su actuación. El primer tercio, así plan teado, se convirtió en una caricatura de sí mismo, en un trámite repulsivo que a nadie interesaba. En cambio, cuando aparecieron los Guardiola, con casta y entereza suficientes para dar juego, todos los tercios recuperaron su sentido y el de varas volvió a ser el fundamental de la lidia.
En las postrimerías de la feria entró en vigor la nueva norma sobre la raza y peso de los caballos, los picadores hicieron el plante conocido, que obligó a suspender dos corridas de la feria sevillana y una de Madrid, y cuando se resolvió el conflicto, la afición los recibió de uñas. No sólo eso, sino que su desdén anterior por el tercio se convirtió en interés preferente.
Nunca durante la última década, ni en Sevilla ni en plaza alguna, el público había estado tan pendiente de los picadores, de su forma de cabalgar, tirar la vara y consumar la reunión, y si hacían la carioca o tapaban la salida al toro -unas corruptelas que antes pasaban desapercibidas- lo protestaba con igual vehemencia que cuando los diestros de a pie dan el paso atrás o meten el pico.
La lidia así planteada puede ser uno de los grandes alicientes de la Feria de San Isidro. La lidia como espectáculo global, revalorizada en todos sus tercios, pues todos tienen fundamento, todos han de realizarse de acuerdo con las reglas del arte, y ninguno debe ser marginado. A las siete en punto de la tarde sonará hoy el clarín y empezará en Las Ventas la gran fiesta, el máximo acontecimiento de la temporada, que ha de desarrollarse a lo largo de 28 tardes, en alternancia las figuras con diestros de categoría que pretenden disputarles ese puesto de privilegio. Y ahora, también, con picadores, que han de demostrar su valor y su arte, y banderilleros cuya importante función -a veces osucura y no siempre reconocida- ha ennoblecido su compañero Montoliú, corneado de forma atroz precisamente cuando ofrecía una generosa lección de pundonor y torería.
Babelia
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