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Pérez de Cuéllar, dispuesto a colaborar en el retorno de la democracia a Perú

Gustavo Gorriti

El ex secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, ha aceptado tomar un papel que podría ser central para la restauración de la democracia en Perú. Pérez de Cuéllar presidiría -si los enfrentados actores políticos peruanos lo aceptan- una comisión de notables encargada de proponer el proyecto de una nueva Constitución política a una Asamblea Constituyente que sería elegida poco después.

El canciller uruguayo Héctor Gross, presidente de la misión especial de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Lima, aseguró ayer ayer a este periódico: "Hace pocos minutos he tenido la confirmación oficial desde Nueva York de que, si nosotros se lo pedimos, el señor Pérez de Cuéllar estaría dispuesto a presidir esta comisión [de notables]. Y yo estoy dispuesto a pedirlo".Ahora resta el acuerdo de las partes en conflicto: el régimen de hecho de Fujimori, que cuenta con el apoyo del Ejército y un respaldo popular desorganizado, y, de otro lado, los partidos políticos y la mayoría de las organizaciones populares de base, que exigen el retorno a la democracia y respaldan al presidente designado por el Parlamento, Máximo San Román.

El ex secretario general de la ONU es ahora el peruano que goza de mayor prestigio y predicamento entre sus compatriotas. A diferencia de otro peruano notable, Mario Vargas Llosa, que manifiesta sus opiniones en forma tajante, Pérez de Cuéllar ha cultivado la actitud cautelosa. Aunado ello a su exitosa gestión como secretario general de la ONU, lo convierte en el peruano con mayor capacidad de arbitraje.

El plan de salida a la crisis que diseña la comisión Gross-Baena contempla algunas iniciativas de aceptación fácil y otras controvertidas. En resumen, se trata, de acuerdo con este plan, de retomar al sistema democrático antes de que finalice este año. Previamente, e harían modificaciones de la Constitución en dos tiempos. En una primera etapa, una comisión de notables, presidida por Pérez de Cuéllar, prepararía un proyecto de reforma constitucional. Inmediatamente después sería elegida, por voto popular, una Asamblea Constituyente, cuyo único mandato sería el de promulgar una nueva Constitución. Acto seguido se elegiría un nuevo Parlamento, que podría entrar en funciones hacia fin de año. Fujimori permanecería en la presidencia de la república hasta concluir su mandato en 1995.

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