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SEVILLA EXPO '92

Miles de personas buscan en los cines de la Expo temblores y sensaciones tridimensionales

Una Joven de 14 años se convIrtío ayer en la visitante un millón de la muestra

Andrés Fernández Rubio

Pasó el tiempo en que un pianista acompañaba la película muda. Ahora, en el pabellón Fujitsu, un lagarto en relieve saca la lengua de frente y los espectadores se echan instintivamente para atrás. También se puede ir en coche de caballos en la sala del pabellón de España, cuyos asientos giran, se ladean o tiemblan mientras la pantalla semiesférica ofrece el viaje en calesa por una calle empedrada. Otros pabellones, como el sorprendente pozo de las imágenes de Francia, han conseguido también que las grandes colas de la Expo -cuyo visitante un millón, la joven gaditana de 14 años Elvira Rodríguez, entró ayer- tengan mucho que ver con la capacidad de emoción y contagio de las nuevas técnicas del cine.

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El pozo de las imágenes

Aunque parezca ridículo, en el pabellón Fujitsu la gente no tiene ningún reparo en sacar el brazo dispuesta a alcanzar el racimo de uvas tridimensional. "Desde abajo, ves al público y te mueres de risa", dice uno de los acomodadores, "porque está todo el mundo moviéndose, con las gafas especiales puestas, con la boca abierta..."."Lo más real es la gota de agua", dice una joven. "Cae como en un charco y las salpicaduras parece que te vienen justo al centro del ojo". Esta escena hubiese encandilado a los surrealistas Buñuel y Dalí de La edad de oro, pero en el documental no hay onirismo ni sexualidad que estimulen la libido del público; lo más sugestivo es el término "baile de moláculas".

En el pabellón de España, el ritmo es paisajístico. Los espectadores se acomodan -en unos asientos siderales- y él cinturón de seguridad se bloquea. Se trata de que nadie salga arrojado cuando aquello empieza a vibrar. Lanzarote, tierra de fuego, turistas en camello, plano semiesférico del camino y los asientos botan y botan a derecha e izquierda. Tarifa, paraíso del windsurfing, luz, sol, y el público ladeándose al compás de la ola. Un ala delta se lanza al, espacio y la gente se inclina y salta asustada hacia el fondo del precipicio.

"Sería ideal Indiana Jones en este sistema", dice una espectadora resumiendo los efectos del butacón. Una señora de casi 70 años entró a la Expo por primera vez, acompañada por su marido, y lo primero que preguntó fue: %Y eso del cine que se mueve dónde es?".

Ambos locales reciben la visita diaria de unas 7.000 personas cada una, y casi 8.000 el sistema Omnimax del pabellón de los Descubrimientos, en la única parte del edificio que se libró del fuego. Elvira Rodríguez, la visitante un millón, expresó su deseo de visitar este pabellón, cuya pantalla semiesférica proyecta una cinta de 70 milímetros y 15 perforaciones. Se sigue la expedición de Magallanes o se visitan las cuevas de Altamira. Las imágenes juegan con las sensaciones de equilibrio y perspectiva M espectador, pero el efecto no alcanza el índice de sorpresa que logran el relieve y los temblores.

Un trabajador del pabellón Fujitsu alardea de que la película tridimensional es la más cara de la historia por minuto: unos 3.100 millones de pesetas por 19 minutos. El sistema, sólo presentado en las ferias de Osaka (Japón) y Brisbane (Australia), se proyecta por primera vez en Europa, informa uno de los responsables del pabellón, Eduardo Buzzanca. En su opinión, "el problema de las películas en tres dimensiones no es tanto técnico como de rentabilidad, por el coste de la cinta y de las salas, y el hecho de que no hay una red comercial de locales".

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