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La prosperidad que llegó de la guerra

Eufória y antiargentinismo en el décimo aniversario de la invasión de las Malvinas

El sentimiento antiargentino sigue más palpable que nunca entre los habitantes de las islas Malvinas, donde hoy se cumplen 10 años de la fallida invasión ordenada por la Junta militar de Buenos Aires. El archipiélago, mientras tanto, atraviesa una bonanza económica sin precedentes gracias a la riqueza pesquera que atesoran as 150 millas marinas decretadas en torno a las islas después del conflicto.

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No está prevista para hoy en las Malvinas ninguna clase de conmemoración de lo que significó un giro decisivo en la historia del archipiélago. Harold Rowlands, miembro del Consejo Legislativo de las Islas Malvinas, declaró hace unos días que debería proclamarse un día en honor de Leopoldo Galtieri, el ex dictador argentino que el 2 de abril de 1982 ordenó la invasión, porque "él hizo más para la prosperidad de las islas de lo que jamás hicieron los británicos".La repentina riqueza ha transformado las Malvinas. Antes, los habitantes se comunicaban con teléfonos de manivela, y hoy basta marcar un cero para tener acceso internacional inmediato. Los vehículos todoterreno recorren las calles de Puerto Stanley y las trochas que conducen campo a través hacia las granjas perdidas. Un programa de televisión llega a Puerto Stanley, donde viven unos 1.800 malvineses. Los 400 restantes se desperdigan por los asentamientos del interior.

La base del milagro se debe a la declaración de 150 millas de zona de exclusión pesquera, que entró en vigor el 1 de febrero de 1987. La venta de licencias de pesca a barcos de diferentes países aportó el año pasado al Gobierno de las Malvinas 27 millones de libras (4.860 millones de pesetas). Si se descuentan los seis millones invertidos en la zona pesquera, quedan 21 millones de libras. Sí se repartieran entre los 2.200 habitantes de, las Malvinas, corresponderían 1,7 millones de pesetas a cada uno.

Esta bonanza económica parecía inimaginable el día en que las tropas argentinas invadieron esas perdidas islas del Atlántico Sur. Pero aunque reconozcan el beneficio que para las Malvinas supuso la guerra, sus habitantes no esconden su aversión contra la Argentina que les invadió.

Dura ocupación

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Un libro recién aparecido en Puerto Stanley, titulado Una familia de las Falkands en la guerra, relata con estilo ingenuo la vida cotidiana durante los 74 días que duró la ocupación argentina. El testimonio describe las penalidades sufridas, pero no se puede decir en realidad que haya sido un capítulo de horrores, aunque el libro las compara con el sitio alemán a Stalingrado. Entre los atropellos descritos por el autor, Michael Butcher, figuran el hecho de que le quitaron la cámara de fotos por fotografiar un puesto de ametralladoras, así como un extraño bombardeo de napalm contra los pingüinos. El número de víctimas mortales entre los habitantes de las islas se elevó a tres mujeres como consecuencia de un bombardeo de las fuerzas británicas en el intento de recuperar Puerto Stanley.

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