De aquellos barros .

Las siete depuradoras de aguas residuales de la ciudad producen a diario 650 toneladas de Iodos. El 90% de estos fangos es reutilizado después como abono orgánico. Desde hace un añose aplica, mezclado con mantillo para evitar los malos olores, en parques y jardines del municipio. Su retirada y posterior tratamiento corre a cargo de tres empresas privadas que cobran al Ayuntamiento 80 pesetas por tonelada recogida. Ahora el reto es conseguir Iodos de mejor, calidad.

Desde este verano, un equipo de colaboradores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) vigila varios montones de Iodos procedentes de tres depuradoras de agua madrileñas: Valdebebas, Butarque y Viveros.Su trabajo consiste en mejorar la calidad de los fangos mediante el control de sus distintos niveles de temperatura, humedad y aireación durante el proceso de compostaje (descomposición de los residuos en condiciones controladas para obtener un abono rico en materia orgánica). El experimento se está efectuando en la finca La Higueruela, situada en Santa Olaya (Toledo).

'Buenos' fangos

María Ángeles Díaz Burgos, una geoquímica colaboradora del CSIC, es la autora de este proyecto que consiguió el primer premio del Concurso sobre Medio Ambiente 91 del Ayuntamiento. En él se propone un sistema para obtener buenos fangos.Buenos fangos son, según Díaz Burgos, aquellos que no presentan microorganismos patógenos (causantes de enfermedades) y con un bajo contenido en componentes orgánicos como el amoníaco y en metales pesados". Para una correcta utilización de los Iodos es también preciso "conocer el tipo de planta que se va a abonar y las condiciones climáticas y del suelo de la zona", añade.

Después de un tratamiento correcto, los fangos constituyen uno de los mejores abonos orgánicos porque aportan al suelo nitrógeno, fósforo, potasio y carbono simultáneamente.

La clave para obtener Iodos en buenas condiciones es el compostaje. En Madrid, las tres empresas adjudicatarias del servicio se encargan de realizar el compost con los Iodos residuales. Sin embargo, es el Ayuntamiento el que dice la última palabra.

Los técnicos municipales pueden exigir a las compañías adjudicatarias "que varíen el tratamiento o destino final de los Iodos si el uso propuesto no fuera aceptable". En este sentido, el estudio de Díaz Burgos es de interés para la Concejalía de Medio Ambiente porque marca pautas para una correcta utilización de los fangos. Por eso el Ayuntamiento subvenciona el 60% de esta investigación planteada para tres años, que también recibe ayudas del CSIC y del Ministerio de Agricultura.