Emotivo adiós popular a Antonio Molina
Miles de personas se agolparon en el cementerio en un último homenaje al 'rey de la copla'
Miles de personas se agolparon ante el domicilio de Fuencarral de la familia Molina, en el cementerio de la localidad y a lo largo de la carretera de El Pardo que conduce al camposanto donde iba a ser enterrado, para brindar el último homenaje popular a Antonio Molina. Un homenaje que, en opinión de algunos amigos del tonadillero malagueño, llega a destiempo y que, en cualquier caso, la familia no se esperaba.
Nunca el pequeño cementerio del pueblo madrileño de Fuencarral había estado tan atestado de gente, según comentaban los sepultureros que ayer, a las 14.30 horas, aguardaban el féretro de El rey de los mineros. El ataúd con los restos de Antonio Molina entró en el cementerio a hombros de sus amigos y familiares, de la misma manera en que salió por última vez de la casa familiar, en la calle Nuestra Señora de Valverde en el pueblo de Fuencarral, entre gritos y vítores de los más de 1.000 vecinos que esperaron pacientemente varias horas para brindar el último adiós al cantante malagueño.La mayor ovación la recibió su hija Ángela Molina, cuando salió del portal del brazo de su madre. Esta, Ángela Tejedor, estaba visiblemente cansada tras las varias noches de vigilia que pasó antes del fallecimiento del que fuera su marido durante más de 30 años. Pero tuvo fuerzas para saludar a la vecindad y agradecer las muestras de condolencia. "Nunca le conocí otro amor en todos estos años", comentó Lauren Postigo, amigo de Antonio Molina y productor de su última grabación, "adoró a Ángela hasta sus últimos días".
Tres de los ocho hijos del que los vecinos de Fuencarral aclamaron ayer como el rey de la copla, Antonio, Juan Ramón y Miguel, portaron el féretro de su padre a lo largo de los 200 metros que separaban el portal de la casa familiar del coche fúnebre, entre aplausos y vivas al difunto. Operación que repetirían a la entrada del cementerio. Delante, flanqueando a su madre, caminaban Ángela, Paula, Mónica y el benjamín de la familia, Noel, así como Lidia Bosch, actual compañera sentimental de Miki Molina, todos ellos visiblemente afectados.
Noel se limitó a comentar que Antonio "fue ante todo un gran padre", aseveración que fue reiterada por otros amigos de la familia, desde el torero Jaime Ostos hasta el cantaor Rafael Farina o el popular El Fari, los cuales esperaban la llegada de la familia en el camposanto, a dos kilómetros del pueblo. Allí se hallaba concentrada una multitud de más de 5.000 personas desde las 12 de la mañana, que se fue apostando entre los ramos de flores y las cruces, cerca del panteón familiar de la mujer de Antonio Molina, donde el popular tonadillero iba a ser enterrado por deseo expreso. La impaciencia de los presentes por acercarse al panteón provoco la caída en una fosa cercana de una vecina, que tuvo que ser sacada del camposanto en ambulancia, con fractura de una pierna.
Homenaje a destiempo
"Es una lástima que este homenaje popular se produzca cuando ya ha muerto Antonio", declaró El Fari, para añadir después, algo molesto: "En este país seguimos calzando a los de fuera y descalzamos a los de dentro". Entre los amigos de los hijos que se dieron cita en el camposanto se hallaban los actores Antonio Banderas y José Sacristán, la cantante Massiel y el director de cine Pedro Olea, quien comentó que la familia no se esperaba tal afluencia de público en el entierro de Antonio Molina. "Se sabía que era un hombre muy popular y que gozaba de una gran reputación entre los vecinos, pero ni Ángela ni sus hermanos se esperaban esto", señaló Olea.
Tampoco esperaban, según afirmó Hervé Timarché, ex marido de Ángela Molina, el desenlace final de Antonio tan pronto a pesar de que el tonadillero necesitaba asistencia respiratoria mediante botellas de oxígeno desde hacía tres años, debido a la fibrosis pulmonar que padecía. Esta enfermedad crónica le impedía respirar correctamente ya que provoca una disminución de la capacidad pulmonar. La fibrosis pulmonar no está causada por un esfuerzo al cantar, tal y como se comentó en un principio, según confirmó a este periódico el catedrático de Anatomía Patológica de la Universidad Complutense, Julián Sanz Esponera. "La familia pensó que se le podía operar", explicó Hervé Timarché, "aunque él, que siempre tuvo muy buen humor, estuvo bromeando últimamente sobre su posible final".
Babelia
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