Un jardín de la Ilustracion
El autor se refiere al parque de El Capricho, nombre de uno de los más singulares ambientes dieciochescos de Madrid, situado en las afueras del casco urbano, camino del pueblo de Barajas. Este paraje es todavía, en pleno 1992, año en el que deberán concluirse las obras, un hermoso lugar en el que se sigue trabajando, pero con escasos medios, respecto del proceso de rehabilitación, comenzado en 1986.
Se encuentra en la Alameda de Osuna, y tanto el palacete como sus jardines, constelados de encantadores pabellones de la más variada índole, evocan el mundo refinado y exquisito que rodeó a su fundadora, la famosa María Josefa Alonso Pimentel, condesa duquesa de Benavente, y, por matrimonio, duquesa de Osuna. Tan inteligente y elegante dama fue retratada por Goya en diferenes ocasiones, y el mismo genial aragonés pintó inspirados lienzos destinados a decorar las salas de tan singular quinta de recreo, levantada y ampliada a lo largo de las dos últimas décadas del siglo XVIII.La duquesa murió en Madrid en 1934, y sus herederos continuaron embelleciendo la propiedad, con lo que, mediado el siglo XIX, la finca era un curiosísimo muestrario de raras edificaciones, avenidas, parterres, esculturas, fuentes y estanques, con nombres alusivos a su carácter de tipo lúdico o funcional: Laberinto, Ermita, Invernadero, Templete, Batería, Casino de Baile, Abejero, Casa de la Vieja, Casa de Vacas, etcétera, destacando el Palacio, residencia cam pestre de los aristócratas poseedores del lugar.
Cuando a fines de la centuria, la casa ducal de Osuna se arruinó Y sus bienes se dispersaron, El Capricho no escapó a la crisis, al entrar en subasta pública como otras muchas pertenencias. En 1900 pertenecía a la familia Bauer, y en 1934 fue declarado jardín histórico artístico. Iniciada la contienda civil, desde 1937 albergó el Cuartel General de la Defensa de Madrid.
Después pasó por varios propietarios, hasta ser adquirida la Alameda por el Ayuntamiento en 1974. Cuatro años más tarde se iniciaron labores de recuperación en ciertas zonas, y en 1986 comenzó formalmente la restauración de todo el jardín y sus dependencias a cargo de la escuela taller Alameda de Osuna.
A tal efecto se preparó un cuidadoso proyecto entre el Ayuntamiento de Madrid y el Ministerio de Trabajo -Inem y el Fondo Social Europeo- en el que se contemplaba un amplio programa de restauración de construcciones, en exteriores e interiores, así como toda el área ajardinada, suponiendo una doble vertiente: el trabajo de rehabilitación general de tan espléndida zona monumental y la formación de jóvenes en oficios artesanales y artísticos, dirigidos por un grupo cualificado de expertos.
Retrasos inexpficables
En la actualidad son muchas las partes concluidas, pero quedan por resolver detalles en lugares concretos de los diferentes edificios, desde la restauración de pinturas y pavimentos hasta algunos estucados y aspectos de los acabados que permitan su empleo y recuperación definitiva. Lamentablemente, el programa ahora sufre retrasos inexplicables, por reducción de plantilla y dispersión, en consecuencia, de los equipos que inicialmente se ocuparon de poner en marcha una tarea tan ambiciosa como rentable en todos los órdenes. Tal vez la ausencia más notoria y peligrosa sea la de los restauradores de pintura mural, que se han visto obligados a abandonar su labor cuando ésta se encontraba muy avanzada.
Al tiempo, a lo largo de cinco anos, se ha ido reuniendo una considerable documentación científica, que se encuentra a la espera de publicación, a fin de dar a la luz los resultados de las investigaciones acometidas paralelamente al espectacular desarrollo del primitivo proyecto.
En suma, un recorrido pormenorizado hoy de los terrenos de El Capricho depara un cúmulo de sorpresas, tanto por la inesperada sucesión de interesantes rincones como por el sistema interpretativo de un parque placentero, destinado a una sociedad acomodada vista desde el prisma de un jardín. romántico de este tipo. Análogamente, el itinerario suscita la idea de que, con un nuevo impulso y unos esfuerzos renovados, tan prestigioso ámbito histórico podría ver por fin su conclusión, recibir las visitas culturales y de esparcimiento de los madrileños y otorgar funciones específicas a algunos de sus edificios, aptos para acontecimientos sociales, en razón de su elevada categoría estética, la idoneidad de sus dimensiones y el gratísimo entorno natural que los rodea.
es conservador y jefe de departamento del Museo del Prado.
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