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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los extremos se tocan

Tras ser exhibida en Suecia, el país natal de Anders Leonard Zorn (Mora, Delecarlia, 1860-1920), ahora se presenta en Madrid, en la casa-museo de Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923), esta exposición que reúne obras de ambos pintores, que compartieron ciertas afinidades estéticas y, sobre todo, un parecido triunfo internacional que les convirtió en algo así como "genios" de la belle époque, un término que les conviene mejor que el simple y aséptico -de fin de siglo, aunque cronológicamente coincidan. Hay también otros puntos de relación más triviales, como el haber pasado la infancia frente a paisajes marinos, el haber obtenido la más alta distinción en la Exposición Universal de París de 1900, y su posterior estrella declinante, al menos en lo que se refiere a la fortuna crítica, pues, en cuanto a popularidad, no sé localmente la que tendrá Zorn en su país, pero la de Sorolla en España sigue siendo bastante apoteósica.Todo lo que estoy señalando justifica la iniciativa de montar esta muestra a dúo entre dos colegas y amigos, cuya complicidad artística de fondo incrementa su interés al animarse con una nota de exotismo, al proceder ambos no sólo de dos puntos continentales tan distantes entre sí, sino tan culturalmente antitéticos como son, en Europa, el extremo Norte y el extremo Sur.

Sorolla-Zorn

Museo Sorolla. General Martínez Campos, 37. Madrid. Hasta el 3 de mayo.

Pero, al margen de este anecdotario, sea exótico o no, ¿qué es lo que relaciona artísticamente a ambos pintores? En la presente exposición es complicado apreciarlo, no sólo porque el número de obras es reducido, sino porque están emparejadas por criterios fundamentalmente temáticos, lo que impide un análisis comparativo en serio, que exige cuidadosos paralelismos cronológicos. De todas formas, hay al menos un punto de convergencia claro: su naturalismo luminista y su común admiración por las maneras velazqueñas, aunque interpretadas en ambos casos de una forma desanimada; esto es: fijándose más en la brillantez y el virtuosismo que en el "alma" de Velázquez.

Por lo demás, creo que poseyendo ambos unas facultades semejantes, Sorolla es un pintor de mejores resultados que Zorn, que finalmente se constriñe y parece comparativamente más apocado. Con todo, son pintores por igual para gustar, efectistas, virtuosos, complacientes, joviales y fecundos, prototipos de una genialidad según la entendía la belle époque, la época mundana por excelencia, elegancia de satén, reflejos luminosos, gestos cogidos al vuelo y estereotipos fáciles. En un arte de divinos gorgoritos que a nadie desagrada, lo que sería formidable si el arte se pudiera reducir a agradar. Mas, finalmente, if you like...

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