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FERIA DE TOLEDO

En su papel

Hay aficionados que ejercen de profesionales de la profecía, y tuvieron su tarde. Todo estuvo en el papel que corresponde: la nueva plaza de Esquivias, pimpante y hasta la bandera; el ganado, dispuesto a no pasar a la historia; Espartaco, ventajista y resultón; Rincón, esforzado y sincerote; Lozano, todo ajetreo y hecho un sinvivir.Espartaco y César Rincón comienzan la temporada en plan dúo de divos. Son dos estilos tan diferentes que pueden garantizar alegrías a sus incondicionales.

Los dos bichos de Espartaco también eran muy distintos; el primero, flojo sin arreglo; el segundo, noblote. Los toreó igual, pero en el segundo consiguió arrebatar al público haciendo más de lo mismo: o sea, aprovechando el viaje del toro, sin mandar nunca y usando con gran oficio y beneficio el pico, la sonrisa y otras retrecherías.

Toril / Espartaco, Rincón, Lozano

Toros de El Toril, recogidos de cuerna (el 2º, sospechoso de pitones); nobles, menos 2º, con buen juego en general; 1º, flojo; 2º, inválido. Espartaco: media, pinchazo soltando la muleta, estocada caída (palmas); pinchazo sin soltar, media caída (dos orejas). César Rincón: pinchazo, media (palmas); estocada tendida, tres descabellos (oreja). Fernando Lozano: estocada caída (oreja); estocada desprendida, pinchazo, cinco descabellos (silencio). Plaza de Esquivias (Toledo), 7 de marzo. Corrida inaugural. Llenazo.

Las banderas de Colombia ondearon para César Rincón y, aunque el diestro no pudo convertir las esquinas de Esquivias en rincones, cumplió sobradamente.

Su primero, que parecía un cliente honorario del barbero, estaba derrengado y se defendía a ultranza, con lo que César Rincón tuvo que sudar para dejar a salvo la dignidad propia y matarle en tablas. A su segundo, que sin ser un Hércules era algo, le toreó a media altura, echándole verdad.

Banderas y dignidad

Fernando Lozano tuvo un lote que embestía largo y sin malicia, pero les equivocó la lidia: al primero le desorientó a base de indefinición, y al que cerró plaza, antes de despenarle muy trabajosamente, le agobió sin darle distancia y acabó enseñándole a embestir mezquinamente.La tarde, con todo, era gloriosa en Esquivias, un pueblo con menos de 3.000 habitantes y cuyo foso de 3.500 localidades puede atraer a muchos aficionados madrileños y manchegos a nada que se den carteles con gancho.

El inaugural tenía gancho, pero también hubiese sido de recibo alguna sorpresita. Ocurrió demasiado lo que estaba previsto.

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