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Piezas 'perdidas' para Occidente

Victoria Combalia

Las obras de Joan Miró que la viuda de Pierre Matisse ha vendido a Japón constituyen una selección amplia y significativa de la producción mironiana. No hay tal vez entre ellas ninguna de sus obras tradicionalmente calificadas de maestras (en su mayoría en museos, y generalmente norteamericanos), pero sí hay bastantes dignas de ser calificadas de "grande piezas de museo". En la medida en que los directores de museos y los comisarios de exposiciones suelen afirmar que las obras vendidas al Japón raramente son prestadas, estas obras pueden darse, en cierto modo, por perdidas para el mundo occidental. De ahora en adelante será el público japonés, y tal vez por extensión el oriental, el que disfrute de ellas. Seguramente a Miró no le hubiera importado esta decisión. Japón es un país que el artista conoció y del cual admiraba enormemente su cultura, que llegó a influir, incluso, en su obra. Tal vez por todo ello la familia del pintor se ha desplazado a la inauguración de la exposición.De su primerísima época hay en el lote japonés tan sólo una pieza, un Paisaje de Mont-roig, de 1914, de influencias posimpresionistas y de vibrantes colores. De los años veinte, sin duda la mejor década de toda su producción, hay tan sólo dos piezas, pero ambas espléndidas: Pintura, de 1927, fue mostrada en la gran retrospectiva Miró del Museo Guggenheirn, en 1987; la otra esun dibujo magnífico, con todos los detalles del vocabulario mironiano, que precisamente se estaba configurando en ese año 1924: la estrella, el pie, la mano, el cuerpo realizado a base de dibujo nemotécnico, la cabellera a base de ondas paralelas, etcétera, y que está en la órbita formal de obras como el Autómata, de la colección Morton Neumann, de Chicago, y la Bañista, del mismo 1924.

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De los años treinta, una década en la que Miró experimentó sin cesar, hay 46 (!) obras en esta colección. Ciertamente, la mayoría son dibujos, pero los hay de gran importancia dentro de su carrera. Entre ellos destacan los Collages de 1933-1934 con imágenes de revistas o de postales antiguas y sobre todo los de 1934 que corresponden a su periodo llamado "salvaje% un momento desgarrador en la producción mironiana, que muestra una visión animalizada y brutal del ser humano. También existen dos obras realizadas sobre papel de lija, que constituyeron una revelación para el gran público en la pasada exposición, titulada Miró, 1929-1941 (Fundación Miró de Barcelona y Whitechapel Gallery de Londres). De sus conocidas pinturas sobre masonite de 1936 hay asimismo seis ejemplos, aunque en este caso no se trata de los mejores.

En 1937, impulsado por la ola de realismo reinante, Miró decid¡ó volver a pintar a partir de un modelo: de sus dibujos'realiza dos en la Academia de la Grande Chaumiére, relegados museísticamente hasta hacepoco y sin embargo llenos de interés (en ellos Miré deforma la anatomía con la precisión de un Ingres), esta colección posee seis.

De principios de los años cuarenta hay dibujos espléndidos, y hay especialmente dos óleos magníficos, Femme dans la nuit, de 1945, y El sol rojo roe la araña, de 1948, un lienzo mil veces reproducido por su belleza e impacto visual, seguramente el mejor de todo este conjunto.

A pesar de que se ha afirmado en alguna ocasión que la última producción mironiana decae un tanto en calidad, lo cierto es que en este conjunto hay obras espléndidas de este último periodo. Destacan Llaile de llaIbuette encerclée de bleu, Poeme II, Homme etfemme devant llazur y Cabello perseguido por dos planetas (1968), otra obra fundamental y constantemente reproducida, así como Le sourire d`une larme (1978). También hay ejemplares de esculturas, exactamente siete bronces, y de obra gráfica, con magníficos ejemplos.

Así pues, no hace falta insistir mucho para poder ver cómo el Japón se ha marcado un tanto importantísimo en lo que se refiere a su patrimonio artístico. Nos preguntamos si España ha hecho algo por comprar alguna de estas piezas. A nuestro entender, las obras citadas más arriba hubieran completado perfectamente el desigual patrimonio de Miré que posee el Estado Español.

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