Un deslenguado

El cómico solitario ya encontró compañera. Rubianes exulta de amor por Cristina Dilla: se le comprende. La chica es bonita y buena actriz cuando la deja hablar; porque el cómico no es menos charlatán que antes: ella tiene que hablar al mismo tiempo para intentar hacerse oir. El amor debe ser tan considerable que todo el espectáculo está dedicado a él, contando con una leve suposición dramática, que es una representación mínima de Adán y Eva, con la participación del diablo y de algunos personajes. Hacen, en general, de pareja: la pareja actual y casi mundial. Pepe Rubianes, queda dicho, es el mismo charlatán: además, mucho más deslenguado. Más que nunca. La hora y pico -pico pequeño- del espectáculo, cubierta por sus relatos, sus chistes, sus onomatopeyas, sus parodias, está repleta de blasfemias y expresiones y gestos de orden sexual, lo cual advierto a las almas sensibles a quienes este tipo de expresiones pueda herir. Yo mismo no las comparto: lejos, como estoy, de creencias y prejuicios. Me quedan algunos, y uno es el de sentirme molesto por los demás que puedan sentirse molestos (a los que, generalmente, no les importa nada de mí, o nuestra molestia en otros casos). Sin negarle ingenio al texto, que la tiene; a veces, verdadera gracia. Y al talento escénico de Rubianes y de su compañera.Aunque reconocí a un par de personas que aguantaron allí por obligación, la verdad es que la masa de público joven no se sintió en lo más mínimo molesta: más bien muerta de risa, y cuanto más deslenguado estaba el actor, con más manifestaciones de alegría, que culminaron en las grandes ovaciones para los dos, prolongadas en la coda final de los saludos. Santiago Paredes está programando el Infanta Isabel para este público más bien joven y muy libre, con ganas de que las transgresiones teatrales sean más furiosas aún, espectáculo tras espectáculo, y está encontrando con qué divertirle. Parece bien. A cada uno, su teatro.