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Los golpistas venezolanos llevaban meses adiestrando a estudiantes izquierdistas

Los golpistas venezolanos contaban para sus planes con el apoyo de estudiantes de izquierda de la Universidad de Valencia, a 160 kilómetros al oeste de Caracas, pero el retraso en el reparto de armas aceleró el fracaso de la insurrección en esa ciudad, según publicó ayer en un documentado reportaje el diario Economía Hoy. El rotativo señala que los estudiantes llevaban meses recibiendo entrenamiento militar, aunque la falta de preparación de los últimos momentos hizo que las armas llegaran tarde y que varios de ellos murieran en enfrentamientos con la policía.

Venezuela vive la resaca del golpe. Se palpa la crispación de las fuerzas de seguridad. En el palacio presidencial de Miraflores, ahora rodeado de blindados que impiden el tráfico en sus cercanías, los policías de vigilancia han puesto en marcha mecanismos de control de un burocratismo grotesco, como si quisieran enmendar, con su tono desagradable y autoritario, pasados errores en las medidas de seguridad.En la noche del miércoles, policías de paisano de la Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip) la emprendieron a tiros con elementos de la militarizada Guardia Nacional por un malentendido. Los de la Guardia Nacional perseguían con disparos a un automovilista en las cercanías del cuartel de la Disip y éstos pensaron que los que disparaban iban a por ellos. Se habla de entre cuatro y nueve heridos como consecuencia del tiroteo, que duró varios minutos, pero los portavoces oficiales niegan que haya habido víctimas.

La revelación más importante sobre el golpe se publicó ayer en el diario Economía Hoy. En un reportaje de dos páginas, el periódico informa cómo grupos de estudiantes de izquierda estaban preparados y entrenados para la intentona en la ciudad de Valencia. Cita el diario el testimonio de Miguel, un estudiante implicado, que resume, resignado ante el fracaso: "Todo cambia, viejo, todo cambia, y ahora nos toca el monte".

"Insurrección cívico-militar"

Un grupo no determinado de estudiantes venía recibiendo desde hace meses instrucción premilitar, manejo de armas, descenso de montaña y prácticas de supervivencia. El día del golpe robaron una camioneta para cargar las armas y le pusieron una pancarta que decía "insurrección cívico militar". Las armas no llegaron a tiempo y cuando se repartieron ya era tarde. Varios cayeron muertos en enfrentamientos con las fuerzas policiales leales al Gobierno constitucional. El problema ahora para las autoridades se centra en recuperar el armamento repartido, que los golpistas habían sustraído de los depósitos.

En Caracas también se avivaron el miércoles algunos rescoldos del golpe. En el barrio popular Veintitrés de Enero, donde también se repartieron armas, se atacó a tiros una caravana del gobernador del distrito federal, Antonio Ledezma. El gobernador se metió en la guarida del lobo cuando acompañaba en caravana los restos mortales de un cabo víctima de la asonada, a quien iban a sepultar. Los tiroteos obligaron a Ledezma y su comitiva a retirarse de ese sector de Caracas donde la delincuencia común se une, en una especie de tierra de nadie, a la protesta política.

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Mientras, salen a relucir en Caracas críticas contra los fallos de los servicios de información militar en el seguimiento y control de los cabecillas de la asonada y se ha iniciado una polémica por el discurso del ex presidente democristiano Rafael Caldera ante el Congreso el día del golpe, en el que dió a entender que la sociedad venezolana está hastiada de la clase política y del Gobierno.

Caracas, en estas horas, es un hervidero de comentarios y rumores, uno de los que más ha circuladao es el de que el cabecilla de la asonada, teniente coronel Hugo Chávez, que está preso en un cuartel de Caracas, se había suicidado. Chávez tuvo que aparecer ante las cámaras de televisión para desmentir el rumor.

Un hermano del teniente coronel golpista declaró en Barinas, Estado del suroeste de Venezuela, de donde procede la familia, que mantuvo una conversación telefónica con Chávez, se encontraba bien y desmintió de forma categórica la versión del suicidio: "Manifestó que su ideal bolivariano no le permite tomar una decisión de esa naturaleza y que, si llegara a aparecer sin vida, es porque lo mataron".

[Por otra parte, en la ciudad de Maracaibo, a 600 kilómetros al oeste de Caracas, un grupo de manifestantes armados intentó tomar ayer los locales de la Fiscalía de la ciudad, según indicó radio Rumbos. Según la emisora, los manifestantes, que fracasaron en su intento, eran estudiantes de la universidad de Zulia, informa France Presse.]

Rebelión contra la "cogollocracia"

Al fin, gracias a la información publicada por Economía Hoy, se ha podido conocer el texto de la proclama de los golpistas venezolanos, grabada y leída por el teniente coronel Arias Cárdenas, de Maracay, 110 kilómetros al oeste de la capital, Caracas.El jefe golpista afirma que se trata de "una acción en favor de la mayoría, una acción en favor del pueblo venezolano, una acción en pro de los que están cansados, de los que están asqueados de recibir sólo promesas y ser las víctimas de un sistema que unos llaman democracia, unos llaman cogollocracia [dominio de los cogollos, aparato político de los partidos] y otros lo que sea".

El autodenominado Movimiento Revolucionario Bolivariano se identifica con los ideales de Simón Bolívar y su maestro, Simón Rodríguez.

Se consideran los golpistas como "el Ejército del pueblo de Venezuela". "En esa circunstancia", añaden, "asumimos el papel histórico plenamente conscientes del riesgo que significa. Seremos libres de las trabas de la burocracia, de la partitocracia, de la corrupción, trayendo los mejores cerebros con mayor capacidad para ejercer cargos públicos".

A continuación la proclama anunciaba que se formaría una junta de reconstrucción nacional. "Hay una integración cívico-militar de elementos progresistas que pensamos que son quienes inicialmente van a consolidar la acción".

Tras la proclama, la grabación contiene una entrevista con el teniente coronel Arias, quien denuncia como un delito de lesa patria que "se' esté preparando en los cuarteles solamente la forma de controlar las manifestaciones populares, que se nos esté preparando para una guerra interna, que se nos quiera convertir en policía de control público interno".

Insistía el teniente coronel en los preparativos "para frenar y matar a estudiantes, obreros, intelectuales, al clero progresista" y añadía que su acción no tenía afán de dictadura militar, y que se aspiraba a contruir "una nueva patria".

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