Los empresarios invitan al Gobierno a pactar con ellos otra política económica
Si el presidente de la CEOE, José María Cuevas, puso el jueves a los empresarios a las órdenes del Rey, éstos realizaron ayer una verdadera entronización del libre mercado, entre ácidas críticas al intervencionismo del Estado, en la jornada de clausura de la Conferencia Empresarial 1992. En una intervención que arrancó grandes aplausos, Cuevas responsabilizó de la crisis económica a los sindicatos y al Gobierno, pero lanzó un mensaje de colaboración para negociar el plan de convergencia de la economía española con los países punteros de la CE. Cuevas vino a reclamar un pacto Gobierno-empresarios para llevar adelante una nueva política económica.Los empresarios españoles culminaron ayer en un ambiente de euforia la Conferencia Empresarial 1992. Con el Palacio de Congresos de Madrid abarrotado, y una puesta en escena digna de una campana electoral, los empresarios celebraron los funerales por el sistema de economía centralizada. El presidente de la CEOE acusó al Gobierno y a los sindicatos de la crisis de la economía española. El vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, y el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, no se atrevieron a rebatir las acusaciones de Cuevas y prefirieron aceptar la oferta de diálogo lanzada por los empresarios ante el Plan de Convergencia de la economía española.
La clausura, presidida por el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, y el ministro de Economía, Carlos Solchaga, se convirtió en un foro económico europeo en un ambiente de eufórica celebración de los funerales del comunismo y la economía centralizada, en la que no faltó quien justificó la licitud ética de realizar negocios especulativos mientras se ajusten a la ley.Cuevas reprochó al Gobierno su inactividad tras el frustrado intento de alcanzar un acuerdo con los sindicatos en el pacto de competitividad. Sugirió que pacte directamente con los empresarios en el caso de que los sindicatos no quieran participar en la búsqueda de consenso con el Gobierno para elaborar una nueva política económica.
Serra y Solchaga prefirieron no responder a los sarcasmos de Cuevas, pero se comprometieron a "tener en cuenta" las propuestas económicas de la CEOE. "Del éxito de los empresarios depende el éxito del Gobierno", aseguró el vicepresidente.
Los ministros recogieron el guante del consenso ofrecido por Cuevas, aunque Solchaga matizó que el Gobierno "no buscará una excusa en la falta de consenso para no hacer lo que tiene que hacer", en referencia precisamente a los últimos fracasos negociadores con los sindicatos.
Muchos de los empresarios asistentes elogiaron el clima de europeísmo de este encuentro, en el que han participado los principales líderes de las patronales comunitarias y ha estado rodeado de una espectacular puesta en escena, incluyendo las fanfarrias típicas de un mitin electoral.
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Los empresarios descalifican al sector público en un ambiente de encendidas loas al libre mercado
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José María Cuevas acabó las jornadas dando la alternativa al vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra. Tras elogiar su méritos en anteriores etapas de sus responsabilidades políticas, le recordó que era "nuevo en esta plaza" y que aún debe demostrar su valía en su nuevo puesto.
Para los empresarios asistentes, "la presencia del vicepresidente y del ministro de Economía juntos en un acto de este estilo es un hecho insólito en el Gobierno socialista". "Guerra, nunca habría asistido y jamás hubiera lanzado un discurso de colaboración tan abierto", sentenció un empresario.
Para la clase empresarial, la participación de cuatro miembros del Gobierno en las jornadas -Fernández Ordóñez y Claudio Aranzadi intervinieron en la primera jornada- se interpretó como una buena disposición del Ejecutivo a atender sus reivindicaciones.
La segunda y última jornada de la Conferencia Empresarial de 1992 se convirtió en un encendido canto de las virtudes del libre mercado, con constantes descalificaciones a la intervención del sector público en la economía. Los empresarios reunidos en el Palacio de Congresos de Madrid celebraron con euforia los funerales de la economía centralizada, entre fanfarrias olímpicas.
Mario Conde destrozó verbalmente el papel del sector público y ensalzó la figura individual del empresario. Conde, que a diferencia de los líderes políticos y grandes empresarios que asistieron a la jornada inaugural, optó por recitar su intervención para marcharse inmediatamente después, comenzó recordando "el desmoronamiento de la Unión Soviética".
Reasignar las funciones
Inmediatamente alabó el papel del empresario y reconoció: "Los empresarios gozamos de un nivel de consideración que ha sido desconocido en nuestro país. El viejo mito de la explotación se sustituye por la creación de riqueza y de empleo". No obstante, advirtió: "Las economías de mercado han constituido durante décadas un referente ético. La introducción del mercado debe tener en cuenta que es necesario cubrir ese vacío".
Trasvasar a la sociedad civil áreas que ahora cubre el Estado", y añadió: "Hay que reasignar las funciones del Estado".
Mario Conde reivindicó la necesidad de que el empresario sea independiente. "Independencia significa que los empresarios deben y pueden opinar sobre los problemas de los empresarios, para diagnosticar las carencias de la sociedad. Aquí se traduce en clave de intencionalidad política lo que un empresario opina. Este es un tic que aún permanece del pasado: confundir lo público con lo político. No me parece lógico que sólo los políticos opinen de política", afirmó con rotundidad el banquero, tantas veces acusado de esconder grandes ambiciones políticas. El vicepresidente de CEOE y presidente de la patronal catalana Fomento del Trabajo, Alfredo Molinas, había cometido la imprudencia de sentenciar: "La especulación da dinero, pero no da valores a la sociedad". Inmediatamente, Arturo Romaní -consejero delegado de la Corporación Industrial Banesto- que antes había afirmado que ya no quedan "negocios fáciles", respondió a Molinas: "Hay un sentido de la palabra especulación que tiene valores positivos". Rafael Termes, ex presidente de la patronal bancaria AEB, fue, a este respecto, aún más explícito al afirmar: "Hay que atacar el pelotazo, y perdonen la expresión, pero la especulación puede ser resultado de una labor diaria honrada y sacrificada. Una operación mercantil realizada con las normas de la ética puede obtener un lucro".
El sociólogo Amando de Miguel durante su intervención fue más escrupuloso al defender que especulación significa "hacer dinero sin dar trabajo".
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