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Gombrich critica la epidemia actual de nacionalismo, chovinismo y tribalismo

El historiador del arte fue investido doctor 'honoris causa' por la Complutense

Andrés Fernández Rubio

Ernest Hans Gombrich, una de las máximas autoridades en historia del arte, siente que hoy en día la república del saber "se ve nuevamente amenazada por la locura que de vez en cuando se apodera de la humanidad". "Me refiero a la epidemia del extremo nacionalismo", dijo, "del chovinismo e, incluso, del tribalismo que últimamente ha despedazado Estados enteros y amenaza a otros con la desintegración y el caos". Gombrich fue investido ayer en Madrid doctor honoris causa por la Universidad Complutense, junto con el también historiador del arte Yves Bottineau y el experto en derecho Antonio La Pergola. El rector, Gustavo Villapalos, fue recibido en la calle por trabajadores que protestaban contra él.

Pese a tratarse del elevado ámbito universitario, la ceremonia tuvo rasgos de comedia celtibérica de costumbres: el rector fue esperado en la calle de San Bernardo al grito de "¡Villapalos, chorizo, cumple tus compromisos!"; el acto comenzó con media hora de retraso; la sala estaba llena por encima de su capacidad; algunos instrumentos del grupo musical desafinaban horriblemente; un apagón sumió a la sala en las tinieblas y dejó al orador sin megafonía durante unos minutos, y miembros del personal universitario desplegaron en varios momentos carteles reivindicativos.

Todo ello no consiguió que se interrumpiera la larga ceremonia, cerrada por el breve pero intenso discurso de Grombich, comenzado en latín y terminado en inglés. Nacido en Viena en 1909, el autor de una Historia del arte que ha vendido más de dos millones de ejemplares y ha sido traducida a 18 idiomas hizo un ataque contra el patriotismo arrogante y una defensa de la universalidad de las artes.

"El patriotismo, es decir, el amor por el propio país", dijo Gombrich, "es, sin lugar a dudas, una virtud, pero el orgullo y la arrogancia que producen odio y desprecio por los demás es, también sin lugar a dudas, un vicio". "Mi objetivo, la historia del arte", agregó, "debería ofrecer un antídoto contra este pecado mortal, contra esta negación de la hermandad entre los hombres".

El mundo del arte en el siglo XX se ha convertido en un salón de espejos, según señaló Gombrich en su discurso. Para el historiador del arte, "los periódicos y las exposiciones se preocupan de que cualquier estudiante de arte de primer año sepa lo que está de moda en Nueva York o París. Me parece muy natural, quizás inevitable, que esta influencia de la moda conduzca a una reacción saludable por parte de aquellos que desean preservar su identidad. Sin embargo, que nunca olviden que esta misma identidad solamente va a surgir en el contacto y en el conficto; dicho de otro modo, en el proceso de elección con el que la situación de las artes los enfrente. 'Ningún hombre es una isla', decía el gran poeta inglés John Donne. Efectivamente, ningún artista ha sido nunca una isla".

Previamente al discurso de Gombrich, leyeron el suyo el siciliano Antonio La Pergola, ex ministro para Europa del Gobierno italiano, catedrático en Roma y experto en derecho intemacional y constitucional, y el historiador del arte francés, autor de El arte barroco, Yves Bottineau.

Emest Hans Gombrich dictará hoy una conferencia, a las doce de la mañana, en la Facultad de Geografía e Historia, con el título La magia de los ojos.

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