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La reforma del Teatro Real costará el triple de lo previsto

Cerrado en 1988, las obras de remodelación se prolongarán, como mínimo, hasta 1995

Con cierta ingenuidad, Antoni Ros Marbá reclamaba, poco después de ser nombrado director musical del futuro Teatro de la Ópera de Madrid, en noviembre de 1989, que se eligiera cuanto antes un director artístico. Ros Marbá sufría ante la inminencia de una temporada cuyo comienzo se anunciaba a bombo y platillo para 1992. La cruda realidad ha demostrado que la temporada no era tan inminente, y hoy, iniciado ya el nuevo año, no hay un solo responsable político, que se atreva a dar una fecha de reapertura del centro, cuyo presupuesto ha pasado de 5.800 a 16.500 millones.

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"El Teatro Real se abrirá cuando esté listo", dijo en su momento el nuevo ministro de Cultura, Jordi Solé Tura, zanjando la polémica. Pero el calendario de las obras no es lo único que no se ha cumplido en ese proyecto. El presupuesto, 5.800 millones de pesetas, estipulado en 1986, cuando se concibe la obra, ha pasado a ser de 16.500 millones, según se recoge en los Presupuestos Generales del Estado para este año, que incluyen partidas para el teatro hasta 1995.Los responsables de Cultura se justifican diciendo que no quieren caer en los mismos errores cometidos en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Ahí están las tres inauguraciones con crecientes gastos del gran museo madrileño. Pero, con o sin inauguración fallida, no hay presupuesto con destino a una obra oficial que no se dispare.

"En las obras del Real se ha mirado hasta la última peseta", dice Juan Francisco Marco, director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM). "Lo que nos ha pasado es lo que a cualquiera le pasa en su propia casa. Quieres cambiar una cocina, te dan un presupuesto y una fecha de finalización y luego todo te sale más caro y además te tardan tres semanas más". Lo dice en tono coloquial para que los lectores se hagan una idea. Pero la cualidad del dinero público, que parece manar de una inagotable fuente anónima, hace menos dramáticos los gastos para los administradores. "Todo lo que puedo decir es que el presupuesto de 5.800 millones se fija en 1986; teniendo en cuenta la inflación, más los costes de mano de obra, ves que no hay una desviación excesiva", añade Marco.

Estaba claro ya, cuando el entonces ministro de Cultura, Javier Solana, se enamora, como dice el arquitecto encargado de la transformación del Real, Manuel González Valcárcel, de la idea de reconvertir este teatro en la gran ópera de Madrid, hacia 1985, que era imposible iniciar las obras al año siguiente.

De hecho, el teatro, que funcionaba como sala de conciertos, no cierra sus puertas al público hasta la primavera de 1988, inaugurado ya el Auditorio de la capital española. Pero incluso entonces quedan muchos inquilinos por realojar. "Teníamos el Centro Dramático Nacional, dos ballets y el Conservatorio Superior de Música", recuerda Marco, "y, como las obras de los edificios donde tenían que ser realojados también se han retrasado, todo se ha ido complicando".

El conserje, instalado en la espléndida atalaya del Real, y los alumnos del Centro Dramático han sido precisamente los últimos en abandonar el barco. "Por eso, hasta enero del año pasado no se ha podido iniciar la obra propiamente dicha", explica el arquitecto jefe Manuel González Valcárcel.González Valcárcel y su hijo despliegan planos y planos sobre la mesa de uno de los despachos de su estudio de arquitectos de Madrid. "Así estaba el escenario al principio. Así está actualmente". Hay centenares de fotografías y hasta un vídeo sobre la marcha de las obras. "Todo va bien. No hemos tenido otro retraso que el que han motivado los inquilinos al tardar en abandonar el local". Pero, cuando se ahonda un poco más en la conversación, reconocen también que las múltiples obras de la Barcelona Olímpica y de la Expo sevillana han repercutido negativamente en las obras del Real. "No se encontraban especialistas, las cuadrillas de poceros han sido laboriosísimas de encontrar. La verdad es que hay pocos en España, pero todos estaban en las obras del 92".

Las mismas grandes obras han repercutido, según González Valcárcel, en el encarecimiento de los costes. "La mano de obra ha subido un 30%", dice el arquitecto; "por eso creemos que este año será definitivo. Este mes, probablemente, estará instalada la maquinaria. Una vez superada esa fase, todo lo que queda es más sencillo. Hasta ahora ha sido complicado. Se ha ideado un sistema como de vagonetas para sacar los miles de toneladas de escombros del interior, pero lo que era el antiguo y amplísimo escenario está ya desbrozado. Se ha sacado la caja acústica instalada cuando convertimos el Real en sala de conciertos, y ahora queda lo más emocionante".

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