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Una gestión sin cambios

La sanidad andaluza, regida por el monstruo administrativo del Servicio Andaluz de Salud (SAS) -primera empresa de la comunidad autónoma-, apenas ha registrado cambios durante la dirección de año y medio de José Antonio Griñán. Sus objetivos básicos fueron cambiar el sistema de financiación de las transferencias del Insalud, cuya insuficiencia había acumulado un déficit de 100.000 millones de pesetas; descentralizar el SAS, único organismo gestor de la sanidad en la región, que se mueve atrapado en su propia vorágine, y propiciar un sector privado fuerte para establecer todos los conciertos posibles como fórmula de abaratar costes.En el terreno económico, las gestiones de Griñán no han visto su fruto: no han llegado los 20.000 millones anuales que pidió a la Administración central con los que comenzar a saldar el desfase, y el incremento de las transferencias está aún en los primeros pasos de la negociación. El ex consejero tuvo que enfrentarse con los problemas más graves de tesorería de la historia de la sanidad andaluza. Los plantes de las empresas de suministros sanitarios, a las que se debía 68.000 millones, y la amenaza de los farmacéuticos de cobrar las recetas si no se le abonaba su deuda, cercana a los 40.000 millones, colocaron al SAS al borde de la bancarrota.

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En lo que se refiere al SAS, la primera batalla fue introducir mecanismos de gestión privada que lo hicieran más operativo. El organismo tiene 75.000 trabajadores y 18.000 camas propias, por lo que se sitúa también a la cabeza de las cadenas hoteleras de Andalucía. Una de las primeras decisiones de Griñán al llegar a la Junta fue crear una nueva dirección general, la de Programación Económica y Financiera, donde se concentran todos los temas relacionados con la financiación.

Durante su mandato, José Antonio Griñán aumentó considerablemente los conciertos con la sanidad privada, limitados por la falta de recursos de este sector en la comunidad autónoma, con apenas 5.000 camas. Griñán presentó una oferta al sector privado, en una reunión formal con el presidente de los empresarios, para fortalecer a los centros privados, de la que se desconoce el resultado. La tesis de abaratar el coste de la prestación sanitaria mediante la colaboración adicional de la sanidad privada ha sido interpretada por algunos sectores como una defensa encubierta del informe Abril.

El descontento de los ciudadanos con la sanidad andaluza ha sido exactamente el mismo, durante la etapa de Griñán que en la de sus predecesores. Las urgencias han estado igualmente colapsadas y las listas de espera han rebasado los 70.000 pacientes en algunos momentos, aunque ahora se calcula que son unos 60.000 los que guardan colas para ser intervenidos quirúrgicamente.

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