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Quayle intenta sin éxito facilitar al presidente el inicio de la campaña electoral

Antonio Caño

El presidente norteamericano, George Bush, casi totalmente recuperado de su ligera afección en Tokio, iniciará el próximo, miércoles su campaña para la reelección con una visita a New Hampshire. En febrero, se celebran en este Estado las elecciones primarias en las que, por primera vez, medirán fuerzas los distintos aspirantes a la Casa Blanca. Será una buena ocasión para que Bush demuestre que tiene salud suficiente para impulsar el reclamado crecimiento de la economía estadounidense. El vicepresidente Dan Quayle pasó los dos últimos días como avanzadilla en New Hampshire tratando de allanar el camino a Bush, pero tuvo tan poco éxito como en misiones anteriores.Quayle invirtió la mayor parte de su tiempo tratando de convencer a la población del Estado de que el presidente se encuentra plenamente recuperado y de que no existe ninguna posibilidad de que se retire de la carrera por la reelección. El vicepresidente aseguró que "en ningún momento" se le pasó por la cabeza asumir la presidencia al conocer la enfermedad que aquejaba a Bush, pero añadió que, si tuviera que hacerlo, está "preparado" para desempeñar ese cargo.

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No piensa lo mismo la población de New Hampshire, donde un 71 % opina, según una encuesta local, que Quayle no reúne las cualidades necesarias para ejercer la presidencia.

Tratando de responder a las expectativas de recuperación económica de la población, Quayle fue tan vago que rayó en la ignorancia: "Estoy convencido de que la economía mejorará, pero no puedo decirles cuándo, qué semana o qué día".

New Hampshire será una dura prueba para Bush. En ese Estado del noreste la crisis llegó antes y causó más daño que en otras regiones. Allí, el resentimiento contra la política de la Administración está bastante arraigado y se presta más fácilmente oídos a los mensajes proteccionistas y conservadores del rival de Bush en las filas republicanas, Pat Buchanan.

Discurso populista

Buchanan, un comentarista político que entró en la competencia electoral hace apenas un mes, ha visitado en varias ocasiones New Hampshire con un discurso populista centrado en la idea de defender los productos y a los productores norteamericanos frente a la competencia extranjera, principalmente japonesa.Bush intentará convencer a los electores de que ese problema está ya resuelto gracias al acuerdo firmado ayer en Tokio con el Gobierno nipón. "Esto equivale a puestos de trabajo para los norteamericanos", dijo el presidente en una conferencia de prensa. Sin embargo, distintas fuentes de la industria norteamericana lo consideran insatisfactorio. El presidente de la compañía de automóviles Chrysler, Lee Iacocca, calculó que el compromiso conseguido por Bush permitirá la venta de 20.000 coches de EE UU en Japón en el año 1994. "No parecen muchos coches", dijo.

La visita de Bush a New Hampshire será también la primera prueba de cómo los problemas de salud influirán en la campaña para las elecciones presidenciales de noviembre próximo. Desde que se desmayó en el banquete oficial ofrecido por el primer ministro japonés, Kiichi Miyazawa, ninguno de los candidatos demócratas se ha referido al tema. Bush afirmó en Tokio que, si lo hacen, se les volverá en su contra."¿Creen ustedes que sólo los viejos tienen gripe? Estoy seguro que también los demócratas sufren alguna gripe de vez en cuando", contestó el presidente, de 67 años, cuando se le preguntó si su salud resistirá los 10 meses de campaña.

Los demócratas tienen por ahora su propia batalla por librar de cara a las primarias de New Hampshire. Antes incluso de esa prueba, ya se ha caído de las listas de precandidatos el gobernador de Virginia, Douglas Wilder, que era el único negro en la carrera electoral. Sólo quedan ya cinco aspirantes -Bill Clinton, Tom Harkin, Bob Kerry, Paul Tsongas y Jerry Brown-, de los que, probablemente, dos o tres quedarán fuera de toda posibilidad tras estas primarias.

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