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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tragedia en sordina

¿Quién se acuerda hoy de Jiri Weiss, miembro de la primera generación de cineastas checoslovacos del socialismo real? Weiss fue un cualificado, a menudo inspirado narrador de cuyos filmes sólo se vio en España Romeo, Julieta y las tinieblas (1960). Como otros contemporáneos, su fama sufrió un cierto ostracismo, primero por obra de la irrupción de los representantes de la nova vina, la nueva ola checa, y luego porque tanto él como los jóvenes y su cine fueron borrados del mapa por las tropas soviéticas. Marchó a EE UU, y de 1969 a 1989, año en que logró montar la compleja producción plurinacional de Marta y yo, el otrora director se ganó la vida como profesor universitario.No puede extrañar, a la vista de este currículo, que vuelva al cine a sus 67 años con una historia autobiográfica que, en un sentido noble y nada peyorativo, tiene una apariencia antigua. Un tema frecuentemente abordado por las cinematografías del Este como es el de la guerra; un tratamiento académico, si entendemos por ello el gusto un tanto pictoricista por la composición del encuadre, y por el control de un montaje poco dado a la sorpresa; una escritura, en suma, caligráfica, puntillosa y precisa. Sin embargo, hay que agradecer al Weiss guionista la superación de viejos esquemas maniqueos: así, la forma elegida para su relato es la de una calculada comedia de costumbres. A pesar de que el filme aborda temas tan tremendos como la deportación judía por los nazis, la desmembración familiar, el suicidio -en definitiva, la muerte-, lo hace siempre en sordina, sin subrayados innecesarios, sin convocar el lagrimón y la identificación primaria y sentimental.

Marta y yo (Martha und ich)

Dirección y guión: Jiri Weiss. Fotografía: Víctor Ruzicka. Música: Jiri Stivin. Producción: Sabene Tettenbom y Marius Schwarz, 1989-1990. Intérpretes: Marianne Sägebrecht, Michel Piccoli, Václav Chalupa. Estreno en Madrid: Ideal Multicines (V. O.)

Mediante la ayuda de sus recuerdos, el director propone la revisión agridulce de un país en el cual cabían, antes de la guerra, los checos y los húngaros, restos, en suma, de la desmembración del Imperio Austro-húngaro. Pero también judíos y alemanes: crisol de pueblos, como el resto de Centroeuropa, la Checoslovaquia anterior a la invasión alemana posee, en la memoria de Weiss, los rasgos de una Arcadia ideal.

Aunque, a la postre, tal vez el mérito mayor de la película sea su voluntad de convertirse en un filme de tesis, de ser el vehículo para un claro y personal empeño ético. En la lección histórica de Marta y yo hay una clara advertencia: lo que puede suceder cuando la intolerancia se adueña de la historia, cuando los prejuicios raciales priman sobre la razón, cuando la insolidaridad borra los más nobles sentimientos. Un toque de atención, en suma, ante los tiempos que se avecinan.

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