EE UU teme el fracaso de la recién creada Comunidad de Estados dependientes
Washington ha reaccionado con "satisfacción" a los acuerdos alcanzados el viernes en Almá Atá (Kazajstan), donde 11 repúblicas soviéticas decidieron dar por enterrada oficialmente a la URSS y ratificar la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Pero el secretario de Estado norteamericano, James Baker, que ha apoyado esta iniciativa y el sábado pidió en Bruselas ayuda europea para la CEI, cree que la nueva consideración tiene pocas posibilidades de vida.
James Baker, que ayer llegó a Washington procedente de Bruselas dando por finalizado un viaje de 10 días que le ha llevado a Rusia, Ucrania, Kirguizistán, Kazajstán y Bielorrusia, cree que la CEI fracasará y EE UU deberá negociar dentro de poco con cada uno de los nuevos Estados de forma separada y utilizando políticas distintas, marcadas por el éxito y el fracaso de cada una de las aventuras independentistas.Baker llegó a Washington mientras se registraban fuertes tiroteos en la capital de Georgia, la única república soviética, además de los países bálticos, que no forma parte de la CEI.
Los mismos funcionarios norteamericanos que explicaron ayer la postura de Baker señalaron en Washington que el éxito o el fracaso de la CEI no impedirá que cada uno de sus 11 países miembros intente mantener relaciones diplomáticas propias con EEUU. La riqueza de esas relaciones dependerá de la suerte que hayan tenido las ex repúblicas soviéticas durante su transformación sociopolítica, que las ha llevado desde el marxismo-leninismo más radical a sociedades civiles que esperan basarse en la libertad de mercado.
El futuro de las relaciones entre la CEI y EE UU depende también del control que vaya a tener el armamento nuclear de la antigua URSS. Todo parece indicar que va a estar en manos del presidente ruso, Borís Yeltsin; pero todavía existen muchas incógnitas sobre lo que va a ocurrir y si los planes de desnuclearización propuestos por Washington van a ser o no aceptados.
Estados Unidos cree que la CEI estará de acuerdo en crear y apoyar una política de defensa común, pero que la disparidad de culturas, razas, ideas y economías, y la enorme distancia entre unos Estados y otros, determinará la separación y aislamiento entre los miembros de la nueva comunidad. Las dificultades económicas y la falta de estructura y de comunicación entre las repúblicas soviéticas serán asimismo un obstáculo para el proyecto ideado por Yeltsin.
El tiempo dirá si Washington se sentía mejor negociando con Mijaíl Gorbachov y con su ministro de Exteriores, Edvard Shevardnadze, o se sentirá más confortable con Yeltsin y presidentes de las nuevas repúblicas como Nursultán Nazarbáiev (Kazajstán) o Leonid Kravchuk (Ucrania). Antes, por lo menos, el poder estaba centralizado y las relaciones diplomáticas eran mucho más fáciles. La evolución de la URSS hacia una democracia permitió durante la época de Gorbachov que los norteamericanos jugaran con ventaja, se sintieran a gusto y no dejaran de pronunciar parabienes hacia sus nuevos amigos soviéticos. El puente Washington -Moscú era un puente sin peaje.
Gorbachov y Shevardnadze eran, además, amigos de George Bush y James Baker. Sus relaciones personales eran cordiales y francas. Washington deberá ahora establecer 11 nuevos canales de relaciones personales y diplomáticas sin saber apenas nada de la mayor parte de sus nuevos interlocutores.
Miedo
Washington, en definitiva, tiene miedo de que el orden que parecía presidir sus relaciones con la antigua URSS haya pasado a la historia. Otro de los problemas es el propio Yeltsin. Su papel en el golpe de Estado del pasado verano fue- alabado por Washington; pero superada la crisis, los funcionarios del Departamento de Estado siguen opinando que no les gusta negociar con Yeltsin porque es un hombre menos predecible que Gorbachov.
También existe un problema protocolario evidente. Negociar con Gorbachov o Shevardnadze era un placer. El nivel político de sus conversaciones era altísimo. Era un diálogo de primera clase. Ahora Bush y Baker se enfrentarán con presidentes de naciones con escaso, nivel político y diplomático.
[El ministro español de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, aseguró ayer que el reconocimiento de las 11 repúblicas de la CEI se realizará "en breve", informa Efe].
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