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"El malentendido entre América y España no desaparecerá jamás"

Juan Cruz

El historiador Tulio Halperin Donghi, profesor de la universidad norteamericana de Berkeley, cree que el malentendido entre América y España no será resuelto jamás, porque forma parte esencial de la historia.Autor de la Historia contemporánea de América Latina, cuya decimotercera edición acaba de ser publicada en España por Alianza Editorial en colaboración con la Sociedad Estatal del Quinto Centenario, este profesor argentino de 65 años, que fue discípulo de Fernand Braudel, hablará hoy en el Foro Príncipe de Asturias del Pabellón de España en la Exposición Universal de Sevilla sobre el tema Paradoja y promesa de la democracia. En este curso hablarán diversas personalidades relevantes de todo el mundo, desde Paul Samuelson a Hans Küng, pasando por José Saramago y Helmut Schmidt. El Foro, que organiza el Pabellón de España en la Exposición Universal de Sevilla, es fruto de un acuerdo firmado entre éste y las revistas de pensamiento Claves de Razón Práctica, Revista de Occidente, Sistema y Cuenta y Razón.

El profesor Halperin habló ayer para EL PAÍS acerca de las relaciones históricas entre España y América Latina, dominadas por malentendidos históricos que, según él, aún no se han sobrepasado.

Para el profesor Halperin Donghi, "Latinoamérica es un sujeto de definición imposible, porque sólo existe si se la mira desde fuera". Hasta en el aspecto más material, "resulta imposible hacer historia de América Latina en Latinoamérica simplemente porque no hay una biblioteca que sea realmente latinoamericana en nuestra tierra. La mejor es la del Colegio de México, que, con todo, no es tan buena como una biblioteca latinoamericana de una universidad no especializada en Latinoamérica en Estados Unidos".

Halperin cree que, por supuesto, "hay más de una Latinoamérica". "Hay infinitas, si se quiere. Uno de los mejores libros sobre México es del historiador Simpson, y se titula Many Mexicos (Muchos Méxicos). Lo que une a Latinoamérica es un destino común, el destino periférico. También la une algo que se advierte tanto: que es y no es al mismo tiempo el Tercer Mundo. Cuando lo que ahora se llama el Primer Mundo se llamaba el mundo cristiano, eso se advertía más claramente, y por eso la condición latinoamericana parecía mucho menos entendible".

¿El recuerdo de España en América Latina ha supuesto un aglutinante positivo o negativo? "Las dos cosas, y ha sido así desde el comienzo. A partir de la independencia había una visión de España totalmente esquizofrénica: la visión oficial justificaba la independencia y nombraba a España como opresor externo. Eso llevaba a veces a una reestructuración extrema del pasado nacional, y el caso más importante en este sentido fue el de México, cuya historia, de acuerdo con la versión oficial, se interrumpe con la conquista. Por otra parte, hubo muy pocos que se lo plantearon como problema: por ejemplo, Sarmiento reconocía que le gente había sido mucho más feliz en la colonia, porque en realidad la independencia fue vivida como una serie de calamidades que venían en cascada. Pero al mismo tiempo él reivindicaba la independencia como la entrada en la libertad".

"La nueva relación"

La España de la Restauración y posteriormente la España del exilio republicano y el exilio reconfortan a los latinoamericanos, que de nuevo ahora, con la España de la democracia, advierten en este país no el "opresor externo" del pasado, sino un elemento con el que contar para establecer el futuro. Con respecto a la España del destierro que se refugió en América Latina el historiador recuerda una anécdota que subraya esa nueva relación: "Cuando Ortega y Gassett habló por primera vez en Buenos Aires, tuvieron que parar los tranvías".¿Hay hechos en la historia reciente que pudieran decimos hoy que el malentendido España-América se está acabando? "El fin del franquismo supuso que España volviera a existir en el mundo. Eso para América Latina fue algo muy importante: había una especie de alegría de recobrar a España, que hizo que bajo todos los Gobiernos se recibiera a los Reyes con verdadero calor humano. Creo que ahora el problema es de coyuntura: España está en alza, vive una euforia extrema y está volcada en Europa, mientras que la América española está en una condición opuesta. Así que no es raro que sea también distinto el ánimo con que una y otra parte encaran el Quinto Centenario. Creo que, de hecho, aquella opción europea, aunque no se quiera, si bien no las excluye, pasa las otras a segundo plano. Y pienso que ahí nos encontremos con otro elemento que, finalmente, con todo lo que tenemos en común, nuestros destinos sean separados. Cada nueva etapa nos confirma lo mismo".

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