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Los comunista de Asia miran hacia Pekín

Juan Jesús Aznárez

La normalización de relaciones entre China y Vietnam, suscrita la semana pasada después de 20 años de amarga enemistad, confirma la tendencia hacia el agrupamiento en torno a Pekín de los emprobrecidos paises comunistas, e incluso de una dictadura militar, en el sureste asiático: Corea del Norte, Laos, Birmania y Tailandia.El fracaso del marxismo en la URSS ha acelerado también en Asia la implantación de una nueva praxis política. Las mismas naciones que, en su aislamiento promueven una frágil comunidad ideológica en torno a China, buscan asimismo la confianza de los inversores extranjeros y un puente con las naciones más ricas del continente.

El final de la guerra fría y el nuevo pragmatismo de China, más interesada en el crecimiento económico que en la confrontación, han facilitado un prometedor pero todavía precario cambio en las relaciones internacionales en esta región pródiga en conflictos y sangría de vidas humanas.

La intensa actividad diplomática y los acuerdos suscritos este mismo mes por países largamente enfrentados parecen demostrar que han sido superadas las diferencias por las que China y Vietnam, apoyado por la URSS lucharon en 1979, así como los obstáculos que desencadenaron odios y guerras financiadas por Washington y Moscú en sus respectivos feudos asiáticos.

La actual correlación de fuerzas, con los sistemas comunistas en franca retirada, ha posibilitado nada menos que el armisticio camboyano, un tímido acercamiento entre las dos Coreas, la reanudación del diálogo entre Washington y Hanoi y el acuerdo entre la Administración británica de Hong Kong y Vietnam para repatriar forzosamente a miles de refugiados. La Asociación de Países del Sureste Asiático (ASEAN) cobra fuerza, con Japón como locomotora económica y Estados Unidos de guarda jurado, y su positivo empuje es claramente visible en los indicadores económicos.

A este club ha llamado educadamente Vietnam, país que necesita a la vez la financiación de los cuatro tigres asiáticos -Hong Kong, Corea del Sur, Singapur y Taiwan- y un acuerdo con Estados Unidos para evitar su permanente veto a cualquier préstamo del Fondo Monetario Internacional. Las conversaciones pueden terminar satisfactoriamente si se resuelve una esencial reclamación estadounidense: Hanoi debe suministrar datos serios sobre la suerte de 2.300 militares norteamericanos desaparecidos- durante la guerra de Vietnam.

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Baker, a Pekín

Quedan por solventar las difíciles relaciones entre Washington y Pekín, agravadas tras conocerse que los chinos han traspasado tecnología nuclear a Irán. El viaje del viernes próximo del secretario de Estado norteamericano, James Baker, es importante para la evolución de unos vínculos bilaterales que se encuentran en uno de los peores momentos desde su reanudación, en 1979.

El representante del presidente George Bush ha subrayado que su principal objetivo será persuadir a los dirigentes chinos de la necesidad de introducir sustanciales cambios en su política de venta de armamento, y recabar también un mayor respeto a los derechos humanos. Tarea nada fácil en el coloso asiático, que frenó otra vez su programa de tímida apertura y concesiones políticas tras la derrota de las fuerzas involucionistas soviéticas.

Richard Solomon, asesor de Baker, declaró esta semana que Estados Unidos ha llegado a la conclusión de que "el elemento aglutinante en Asia y el Pacífico es la cooperación económica más que los asuntos de seguridad". Los acuerdos suscritos entre China y Vietnam cuya apertura económica y colaboración en la paz de Camboya no ocultan unos sistemas políticos de partido único y carencia de libertades- se han centrado en suscribir compromisos económicos mutuamente beneficiosos. Han obviado como insalvables a corto plazo las más agrias disputas: el pago de 1.000 millones de deuda vietnamita a Pekín, los límites territoriales, la disputa para las islas Spratly y el paso marítimo por el golfo de Tonkín.

Hanoi puede ofrecer a China una puerta de entrada en el sureste asiático para sus exportaciones y una integración económica con Birmania, Laos, Camboya y Tailandia, así como un puerto espacioso en Haiphong y unas inversiones rentables en el norte vietnamita, con materiales y mano de obra barata. Según unas primeras estimaciones, el comercio entre los dos socios se doblará en un año, pasando de 150 a 238 millones de dólares.

Acercamiento coreano

La península coreana continúa dividida desde 1945, pero por primera vez los dos Gobiernos han llegado a un preacuerdo que posibilitará los contactos familiares de millones de personas. En el documento, cuyo borrador elaborado hace poco más de una semana en Pyorigyang será nuevamente debatido en Seúl el próximo mes, Corea del Norte se compromete a no fomentar las incursiones armadas para, subvertir el orden político de Seúl.

El principal escollo es la negativa comunista a permitir una inspección internacional de los lugares donde Estados Unidos asegura haber localizado instalaciones bélicas de carácter nuclear. La retirada previa de los misiles norteamericanos de Corea del Sur es considerada por Pyongyang como imprescindible para permitir el control occidental.

En Tailandia, la junta militar que se hizo con el poder en el golpe de febrero y apenas encontró resistencia entre una población cansada de la corrupción oficial, ha prometido elecciones libres en abril del próximo año. En cuestión de meses, un equipo integrado fundamentalmente por tecnócratas resolvió manu militari asuntos bloquedos durante años por las administraciones civiles. Sorprendemente, modernizó el sistema financiero entre el aplauso del mundo de los negocios.

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