La cumbre de la OTAN analiza en Roma el vacío estratégico en el Este de Europa
Vencedora de la guerra fría, la OTAN se dispone ahora a intentar rellenar en parte el vacío de seguridad que ha dejado en Europa oriental el desmoronamiento del Pacto de Varsovia, pero sin llegar a dar satisfacción a sus ex miembros, que pretenden prácticamente ingresar en la organización militar occidental.
Los 16 jefes, de Estado o de Gobierno de la Alianza Atlántica se han dado cita hoy y mañana en Roma con ese propósito y con el de poner al día su anticuado concepto estratégico. En la nueva doctrina de la OTAN, la desvanecida amenaza del enemigo soviético será sustituida por los riesgos que generan las incertidumbres que planean sobre el Viejo Continente.En una reunión que celebraron en octubre en Cracovia (Polonia) y en sus sucesivas visitas a la OTAN los líderes de Hungría, Checoslovaquia y Polonia han pedido firmar con la Alianza tratados de asociación que garanticen sus fronteras. El último en sumarse a la corriente proatlantista que recorre Europa del Este ha sido el presidente rumano, Ion Iliescu, que en una carta dirigida al secretario general de la OTAN, Manfred Woerner, le pidió hace un mes establecer "lazos más estrechos".
Para el secretario de Estado norteamericano, James Baker, no es "una opción realista". Pero Baker, consciente de la necesidad de apaciguar los temores de esas "democracias huérfanas", propuso en octubre, junto con su colega alemán Hans-Dietrich Genscher crear un foro de diálogo con las repúblicas bálticas y los países del Este, incluida la URSS, a la que no quiere dar una impresión de aislamiento.
La creación del Consejo de Cooperación del Atlántico Norte, el nombre más probable de ese nuevo foro, será aprobada por la cumbre romana. Su primera reunión, en la que participarían 25 ministros de Asuntos Exteriores, se celebraría el 20 de diciembre en Bruselas. A partir de entonces los ex enemigos dialogarán periódicamente en ese marco consultivo sobre cuestiones de seguridad.
Ni que decir tiene que tal foro dista mucho de satisfacer las aspiraciones de los ex miembros del Pacto de Varsovia, que en agosto se sintieron, por ejemplo, amenazados por el frustrado golpe de Estado en la URSS y que tampoco se fían de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, incapaz de aliviar la tensión en Yugoslavia. No en balde el presidente checoslovaco, Václav Havel, describe a la OTAN como "la más eficaz alianza defensiva y democrática existente en Europa".
Tres riesgos
Elaborado a lo largo de los últimos 16 meses, el nuevo concepto estratégico de la OTAN define tres grandes riesgos: el primero es residual, por la subsistencia de armas atómicas en una URSS en vías de desintegración. También recoge el riesgo de ebullición en Europa oriental, a causa del auge de los nacionalismos. Y evoca, por último, la inestabilidad en zonas periféricas, empezando por el Mediterráneo árabe, sin que esto signifique que la OTAN deba ampliar su marco de actuación.Los mandos militares tendrán ahora que plasmar estas orientaciones en una estrategia defensiva secreta pero de la que se sabe de antemano que sólo se pleanteará la utilización del arma nuclear como "último recurso". Por decisión de EE UU, el 80% del arsenal atómico a disposición de la OTAN va a ser desmantelado en el próximo lustro.
Las fuerzas desplegadas en la primera línea seguirán siendo reducidas -el número de soldados norteamericanos ha disminuido ya en 60.000 (18% del total)-, al tiempo que se desarrolla un cuerpo multinacional de reacción rápida capaz de hacer frente a los imprevistos, surjan donde surjan.
La cadena de mando se simplifica y, aunque el comandante en jefe de las fuerzas de la OTAN seguirá siendo norteamericano, varios puestos subalternos pasarán a ser ocupados por oficiales europeos.
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