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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Esperando a Leguina

Que no se abre, que no nos la abren, la escuela, digo, de Lingüística Lógica y Artes del Lenguaje. Que allí estaba boquiabierta una vicaria de Leguina diciendo que bueno, que qué bonito todo y que ella era usuaria de la gramática; mera usuaria, recalcó. No la abren, y ya nos lo temíamos: que hay mucho túnel y carretera que hacer y mucho gasto y déficit, y para qué una cosa tan inútil si nadie nos tiene que enseñar a hablar, que todos sabemos. García Calvo ya se lo venía temiendo, y creo que hasta lo sabía, pero cuando llegó la chica y disculpó, disculpó, disculpó a Leguina, todos supimos que el jefe no venía porque para dar noticias ingratas los mandatarios mandan a otros: a la infantería. Porque en la retaguardia el máximo estratega está en otra lucha, en otros frentes, en las Emecuarentas y en las Emesesentaytantos que tanta falta nos hacen, ya saben, para que los autos puedan volar a más de 13 kilómetros por hora en las circunvalaciones que circunvalan los conglomerados, y que al circunvalar propician estiramientos del conglomerado que tendrá que ser circunvalado, circuncidado a la vez por otras circunvalaciones infinitas. Balando en el círculo, circulando en el baile, bailando en el balido de los autos que circulan para llegar al mismo sitio, que ésa es la ley y la ilusión del movimiento circular. Y estando en ésas, Leguina, cómo iba a tener tiempo para dedicarlo a estos asuntos de la gramática, que no producen plusvalía ni votos ni nada. Leguina, que dice que la preocupación fundamental de los madrileños es el transporte y la velocidad, cómo iba a pararse a pensar en este rollo de la métrica si no se mide en toneladas de asfalto. Que no, que no, que el dinero está en función de la velocidad, y el dinero se suelta para que se mueva.Haga pues, Leguina, carreteras y casas para los automóviles y siga dibujando canales para las riadas de coches que confluyen en la cloaca; armonice Leguina el ritmo de las bocinas, asista boquiabierto a la inconfundible melodía de los frenazos. Movamos lo que se mueve, pero no removamos en lo que puede llegar a moverse.-

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