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LA CONFERENCIA DE MADRID

Isaac Shamir evitó cortar los puentes

El discurso del primer ministro de un Estado, el de Israel, "que es la mitad del conflicto" como se señala en la Conferencia de Madrid, era muy esperado. Isaac Shamir no es Demóstenes y su inglés no es de Oxford precisamente. La mayor parte de los oradores árabes se expresan mejor en ese idioma y su retórica es más efectista.

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No obstante, su discurso de ayer en el Palacio Real estuvo cuidadosamente construido y, lo que resulta más sorprendente, su tono fue casi conciliador. Fue un discurso poco shamiriano, con cuidado de que un acento demasiado agresivo entrase en contradicción con la voluntad de no cortar los puentes. Shamir, que regresa hoy a Israel sin que se sepa todavía quién queda al frente de la delegación israelí, desarrolló en su discurso tres temas principales. En primer lugar, evocó las profundas vinculaciones entre el pueblo judío y Eretz-Israel (el gran Israel).En segundo lugar, Shamir insistió en que no fueron el holocausto ni la ONU quienes dieron un Estado al pueblo judío, sino la revuelta de la comunidad judía, instalada en el territorio en cuestión, dirigida "contra un poder imperialista extranjero [Inglaterra]".

En tercer lugar, afirmó que la naturaleza del conflicto árabe-israelí es existencial, no territorial. Los árabes pretenden que el problema se remonta a la guerra de 1967 y que todo se solucionaría si Israel aceptara devolver las tierras que conquistó entonces. Por eso, el primer ministro israelí afirma que "fijarse en primer lugar y de forma exclusiva en la cuestión territorial", como los árabes parecen tener la intención de hacer, llevará rápidamente a un estancamiento".

¿Qué es lo que propone, entonces, Shamir?. En su opinión, hay que hacer surgir un estado de confianza entre Israel y los árabes. Con ese fin desea organizar las negociaciones bilaterales sobre el modelo egipcio-israelí. Es decir, realizarlas alternativamente en una ciudad árabe y en otra israelí, y subraya también la importancia de unas conversaciones multilaterales para crear una clima de confianza.

En su discurso, Shamir citó a los profetas, al poeta judeo-español Yehuda Halevy, y Camp David, pero no hizo una sola referencia a las resoluciones 242 y 338 de la ONU, que sirven de base a la convocatoria de la Conferencia de Paz. El primer ministro israelí no se siente cómodo con ellas, especialmente con la 242, que, como ha recordado el ministro jordano de Exteriores, "subraya la inadmisibilidad de la conquista de tierras por la fuerza de las armas" y pide la retirada de las tropas israelíes.

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Shamir tampoco mencionó la cuestión de las fronteras deseables para el Estado de Israel, esas famosas fronteras "seguras y reconocidas" que Israel dice buscar y que figuran también en la resolución 242.

El primer ministro israelí no dedicó ni media palabra al apasionado deseo de los palestinos de ser liberados de la ocupacion israelí, a su sed de independencia.

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