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Holanda propone que ningún país sea obligado a implantar la moneda única

La presidencia holandesa de la CE presentó ayer en La Haya un proyecto global de tratado de unión económica y monetaria que, junto a la unión política, deberá ser aprobado el próximo 10 de diciembre en la cumbre de Maastrich. El borrador elaborado por Holanda incluye una cláusula según la cual ningún país puede ser obligado a implantar la moneda única, objetivo contemplado en el horizonte del año 2000.

Esta excepción está pensada para dar satisfacción al Reino Unido, que voluntariamente podría retrasar su ingreso en la unión monetaria plena. Otros países, muy a su pesar, se verán temporalmente marginados a consecuencia de los desequilibrios de su economía.La propuesta aprobada por el Gobierno holandés el pasado viernes es un proyecto light de tratado, construido sobre el consenso alcanzado por los Doce en la reunión que mantuvieron el pasado 21 de septiembre en Apeldoorn (Holanda).

La presidencia holandesa quiere evitar los rechazos frontales que sufrieron tanto su borrador de unión política como su discriminatoria idea de una Europa monetaria a dos velocidades. Diversos países, entre ellos Alemania, Francia y España, reclamarán sin embargo un compromiso más definido.

Reforma voluntaria

El triple principio de "no obligación, no discriminación y no veto" para pasar a formar parte de la unión monetaria convierte a ésta en una reforma voluntaria, aunque la presidencia holandesa pretende hacer aprobar en Maastrich una declaración solemne en la que los países firmantes se comprometerían a no ejercer la opción política de quedarse fuera.

Este texto, no vinculante, podría ser asumido por 11 Estados, todos menos el Reino Unido. La cesión de soberanía monetaria a la Comunidad Europea tiene que ser ratificada por los parlamentos nacionales de los Doce y no sólo por el británico.

Actualmente los Doce están, desde el pasado 1 de julio de 1990, enfrascados en la primera fase de la unión económica y monetaria. Esta primera etapa, aprobada en junio de 1989 en la cumbre de Madrid, tiene por ob jeto la convergencia de las economías.

La segunda etapa de preparación para la moneda única comenzará el 1 de enero de 1994, después de la aceptación por todos del retraso de un año formulado por España.

La instauración de una moneda única, tipos de cambio fijos y un banco central europeo será analizada más de dos años después, a finales del año 1996, a la luz de la evolución monetaria de la segunda fase. El Gobierno español pide que esa decisión se demore "uno o dos años".

En el mejor de los casos, nadie piensa que la adopción del ecu como moneda única de la Comunidad Europea pueda ser puesta en práctica antes del año 2000.

Durante la segunda fase, en lugar del banco central europeo, entrará en funciones un Instituto Monetario Europeo (IME), cuyo grado de competencias es todavía objeto de diferencias entre los ministros de Economía de la CE. Los gobernadores de los bancos centrales de la Comunidad Europea debatieron ayer en Basilea este aspecto. La presidencia holandesa, además de las reuniones previstas, piensa convocar un Consejo extraordinario el próximo 1 de diciembre, ocho días antes de que dé comienzo la cumbre de Maastrich, para perfilar definitivamente las posturas.

Holanda propone congelar durante la segunda fase el peso actual de cada moneda en el ecu, lo cual puede poner en cuestión el objetivo de Alemania y España de que la divisa comunitaria jamás pueda devaluarse y tenga que mantener al menos su paridad con la moneda más fuerte de los Doce socios de la Comunidad Europea.

Para el ingreso en la unión monetaria ningún país podrá ser obligado a ello, ni tampoco podrá ser discriminado a la hora de evaluar sus condiciones de entrada.

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