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LA NUEVA U.R.S.S.

"Rusia no puede permitirse hacer tabla rasa con el pasado"

Pilar Bonet

La celebración de elecciones de gobernadores y alcaldes en Rusia este invierno equivale a saltar de cabeza desde un rascacielos y es, por tanto, una "cuestión de vida o muerte y no una cuestión de democracia o totalitarismo", según opina Serguéi Shajrai, el consejero de Estado de Asuntos Jurídicos de Rusia y uno de los delfines de Borís Yeltsin. Shajrai, un prestigioso jurista de 36 años, acaba de dimitir como presidente del Comité Legislativo del Parlamento ruso en señal de protesta por la actitud que este organismo ha adoptado frente a Borís Yeltsin.

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PILAR BONET Las relaciones entre el Parlamento ruso y el presidente de Rusia están estos días en plena crisis. El Parlamento Insiste en que se celebren elecciones de gobernadores y alcaldes el 8 de diciembre, tal como estaba previsto, y se niega a aceptar los argumentos de Yeltsin, según el cual los comicios supondrán la pérdida de un tiempo precioso para la reforma económica y además no incrementarán la estabilidad de los poderes locales.

Yeltsin ha vetado la decisión del Parlamento, pero, si éste sigue en sus trece, el presidente de Rusia tendrá que ceder o inventarse algo nuevo. Con su dimisión, Shajrai ha contribuido a incrementar las intensas presiones sobre el Parlamento.

El derecho de veto ejercido por Yeltsin la semana pasada sobre la ley que prevé las elecciones de alcaldes y gobernadores para el 8 de diciembre expresa el desacuerdo con las consecuencias políticas, económicas y sociales que tendrían las elecciones, ahora que está a punto de anunciarse una reforma económica en profundidad. Borís Yeltsin revelará las bases de la reforma que piensa emprender la semana que viene en el Congreso de los Diputados Populares de Rusia. Mientras tanto, el poder ejecutivo ruso ha comenzado a desarrollar el músculo para las medidas impopulares que tendrá que adoptar.

En los pasillos de la Casa Blanca (Parlamento ruso) todos hacen listas de candidatos para formar el Gobierno que afrontará la misión kamikaze de la reforma económica. Yeltsin ha pedido a los diputados que hagan propuestas, pero, según Shajrai, "no se trata aún de formar un Gobierno de coalición pluripartidista, sino un equipo de profesionales y políticos que compartan puntos de vista y que tengan apoyo colectivo en movimientos y partidos". Esta situación refleja tanto la falta de un partido dominante como la imposibilidad de formar aún un Gobierno de coalición a la occidental.

Después de la victoria cosechada por los dirigentes rusos frentes a los golpistas el pasado agosto, la Casa Blanca, símbolo de aquella victoria, parece haberse convertido en el escenario de una encarnizada lucha por el poder. Shajrai quita importancia al tema y cree que hay "más ruido que lucha". El piensa que el "equipo de Borís Yeltsin, en sentido amplio, está formado por millones de personas que esperan un líder". En sentido restringido, señala, el equipo incluye a los alcaldes de Moscú, Gavril Popov ("con ciertas objecciones") y de Leningrado, Anatoli Sobchak, además de una decena de ministros que constituyen el "núcleo del Gobierno" y que pasaron "de las trincheras a la dirección del Estado", cuatro consejeros estatales y algunos ayudantes de Yeltsin.

Equipo no uniforme

El equipo de Yeltsin no es uniforme, sino que está formado por "personalidades", señala Shajrai, quien asegura haber obtenido "satisfacción estética e intelectual" en las pocas reuniones celebradas por el Consejo de Estado que preside Guenadi Burbulia. El Consejo de Estado agrupa a expertos en diversas materias y a los ministros de Exteriores, Finanzas, Justicia, Interior y Medios de Comunicación, así como a los jefes del Comité de Defensa y al Comité de Seguridad del Estado de Rusia.

En ambientes políticos rusos, y en medios del Consejo de Estado, se debate hoy sobre el futuro de Rusia. ¿Debe ser Rusia la heredera de la URSS o un Estado más surgido de la desintegración del imperio? Shajrai cree que plantear la independencia estatal y la salida de Rusia de la URSS no tiene mucho sentido hoy, cuando la Unión Soviética ha dejado de existir. Le parece más acertado hablar de la "posición de Rusia como Estado normal con todas sus prerrogativas".

El político cree que "Rusia no puede permitirse hacer tabla rasa con el pasado y negarse a aceptar las deudas y obligaciones por segunda vez en este siglo". "Decir que Rusia es la heredera del Estado no es afirmar una victoria, sino tratar de que la opinión mundial tenga una respuesta clara a dos preguntas: ¿quién responderá de las deudas internacionales y qué pasará con las armas nucleares?. Resolver el problema de la herencia soviética no es cuestión de mítines ni de una sola decisión, sino de un desarrollo histórico más amplio".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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