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Alan García o el efecto bumerán

El desafuero y suspensión de su condición de senador vitalicio del ex presidente de Perú Alan García significa sólo un paso previo en el intento de procesarlo por corrupción. Algunos consideran que todo podría tener un efecto bumerán y, a la larga, fortalecer la carrera del ex presidente aprista, que sólo tiene 42 años.En un momento de su apasionada y patética defensa ante el Senado, García dijo que no se le juzgaba por su pasado, sino por su futuro, y que detrás de toda la operación se esconde el intento de impedir su vuelta a la presidencia. Sin duda tiene parte de razón cuando asegura que los poderes tradicionales de Perú desean liquidar a un político de poco más de 40 años, que puede aspirar a volver a la presidencia en 1995, a pesar del desastre en que dejó sumido al país al término de su mandato a mediados del año pasado. Esto dependerá en gran parte del éxito o fracaso de la gestión económica del actual presidente, Alberto Fujimori, quien ha aplicado a Perú el famoso fujichoque, que no habría superado -ni tal vez habría sido capaz de aplicar- el mismísimo Mario Vargas Llosa, a pesar de sus anuncios durante la campaña electoral.

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Poseedor de tina capacidad retórica excepcional, García pertenece a esa raza de políticos latinoamericanos capaces de encandilar a las masas desesperadas con su talento demagógico y habilidad oratoria.

El ex presidente sería muy capaz de presentarse dentro de tres años como liberal converso y convencido de la necesidad de aplicar una política de ajuste, que sin duda podría vender al electorado gracias a su portentosa retórica.

En esto tiene García un modelo muy próximo en su compadre (padrino de su hijo), el presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, quien, tras su presidencia populista, estatista y despilfarradora de los años setenta, se convirtió en los noventa en campeón de una política de austeridad, ajuste y liquidación del papel del Estado en la economía.

También Pérez pasó por un trance similar al de García y se vio acusado por corrupción ante el Congreso. La diferencia es que Pérez quedó libre, por un solo voto, de la acusación, mientras García tendrá que hacer frente, si así lo decide el fiscal, a la acusación constitucional ante la Corte Suprema. García podría, sin embargo, quedar exculpado, si no adquieren más consistencia jurídica las pruebas de su enriquecimiento ilícito y de sus cuentas en el extranjero, de los sobornos del Banco de Crédito y Comercio (BCCI) y de una operación ilícita de compraventa de aviones Mirage.

Jugar con ventaja

En la Corte Suprema de Perú, García tiene casi todas las de ganar, a no ser que la evidencia de su culpabilidad se demuestre de forma clara. Gran parte de los jueces recibieron su mandato en tiempos de la presidencia de García, por lo que el procesamiento podría convertirse para el ex, presidente en un "partido en campo propio".

Los que desean ver a García entre rejas y eliminado para siempre de la carrera hacia la presidencia ponen sus esperanzas en la investigación que se sigue en Estados Unidos contra el BCCI. Allí tal vez surjan contra García pruebas de una entidad mayor que las manejadas estos meses pasados en el Congreso peruano, donde sólo aparecieron simples indicios de actividades realmente chapuceras.

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