Yenes lavados con pintura
La corrupción económica se oculta en Japón tras multimillonarias compras de arte
El escándalo protagonizado este año por los principales bancos y sociedades de valores de Japón ha tenido también consecuencias en la voracidad compradora de los marchantes de arte nipones. Los fondos empleados por las grandes corporaciones para barrer con pujas invencibles en las más importantes subastas estadounidenses y europeas se encuentran todavía bajo inspección fiscal y las investigaciones prosiguen en el proceso abierto para determinar posibles ilegalidades, fuga de capitales o evasión de impuestos en la adquisición de verdaderos tesoros.
El emporio Mitsubishi Corporation, que pagó 26 millones de dólares por dos cuadros de Renoir, no ha explicado hasta ahora el alcance de aquella turbia operación. La agresividad japonesa de estos años, que rompió todas las marcas con la compra del Retrato del doctor Gachet, de Van Gogh, por 83 millones de dólares, ha disminuido notablemente después de la subida de los tipos de interés, la retracción del mercado y el descubrimiento de serias irregularidades en la financiación de transacciones artísticas presupuestadas en cientos de millones de dólares.
Al parecer, el verdadero objetivo de muchas compañías y compradores japoneses no fue tanto la inversión en arte 37 la apertura de galerías y museos como la especulación salvaje, la salida oculta de millones de dólares en efectivo, la evasión de impuestos y la creación de fondos reservados. Un anticuario francés con varios años de residencia en Japón reconoce que 1as operaciones con obras de arte han constituido la tercera forma de especular después de la Bolsa y el sector inmobiliario. Por el momento, el mercado se ha enfriado, aunque continúa siendo puntero".
Sólo en pintura francesa, el año pasado, los japoneses desembolsaron 330.000 millones de yenes (unos 280.000 millones de pesetas).
El estallido del escándalo bursátil de este verano, con una amarga reacción de los accionistas más perjudicados por el fraudulento manejo de sus fondos, ha frenado también la habitual irrupción de algunos emporios en las subastas y en las compras a particulares mediante complicados sistemas de intermediación.
Descenso de galerías
El número de galerías en el barrio residencial de Ginza, en Tokio, que proliferaron con la efervescencia del mercado, ha bajado de 600 a unas 450 y muchos propietarios han decidido almacenar sus existencias a la espera de que el vendaval amaine. La disminución del volumen de negocio arruinó igualmente a empresarios japoneses que, sin gran experiencia, colocaron miles de millones en París o Nueva York. Si la crisis del verano afectó principalmente a las cuatro sociedades de valores del país -Nomura, Daiwa, Nikko y Yamalchi-, en el escándalo del mundo del arte, Mitsubishi, el Banco Sumitomo, tercero más importante del mundo en depósitos, y la Corporación Itoman, de Osaka, han sido los más perjudicados. En el caso del Banco Sumintomo e Itoman, la dirección de esta importante firma presentó denuncia judicial al haber adquirido a finales del año pasado, en la fiebre compradora de aquellas fechas, 219 pinturas, entre ellas una de Renoir y otra de Chagall, por aproximadamente 500 millones de dólares, precio tres o cuatro veces por encima del valor de mercado.
Los principales acusados fueron Suemitsu Ito, antiguo director de departamento de Itoman, y el coreano Ho Yong Chung, que entraron en negociación con Yoshikuni Kato, directivo de la corporación, quien se suicidó al descubrirse que la documentación sobre los precios de mercado no se correspondía a la realidad. El Sumitomo suscribió la operación, que adoptó la modalidad de préstamo bancario, irregular por sus características. Itoma Corporation aparecía como prestamista de 560 millones de dólares a Ho Yong Chung, beneficiario de esa cantidad, con las pinturas como garantía subsidiaria. Ho, sin embargo, no ha devuelto los intereses generados por el préstamo y los cuadros no valían lo pagado. El director del banco, Ichiro Isoda, tuvo que dimitir, al igual que el presidente de Itoman, Yoshihiko Kawamura, protegido de Isoda. El Banco Sumitomo fue fuertemente criticado por la operación.
Recientes revelaciones publicadas por la prensa japonesa sobre la venta en Tokio de Mujer después del baño y Mujer leyendo, de Renoir, presentan como probada la compra de estas dos obras por Mitsubishi Corporation. La firma ha declarado que pagó 26 millones de dólares. Sin embargo, el vendedor únicamente recibió 15,2 millones, sin que hasta el momento se hayan localizado los 10,8 millones restantes.
Los inspectores de Hacienda rastrean su pista. En contra de lo afirmado inicialmente por Mitsubishi, la compra se efectuó, no a "dos franceses" de anónima identidad, sino al presidente de la galería Art France, en presencia de varios intermediarios, empleados de la corporación, y de Yorio Yahiro, abogado y vicepresidente de Soka Gakkal, organización budista, multimillon aria, con seis millones de afiliados y propietaria del Tokyo Fuji Art Museum.
Babelia
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