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'Guerra de hambre' en Kiev por Ia titularidad de la catedral de Santa Sofía

Arte y religión se disputan la joya bizantina de la capital ucrania

Seis popes de la Iglesia ortodoxa autónoma ucrania mantienen desde hace siete días una huelga de hambre, acampados en el jardín contiguo a la catedral de Santa Sofía, de Kiev, convertida en museo tras el triunfo de la revolución comunista. Unos metros más allá, en las dependencias administrativas adjuntas al templo, los estómagos de cinco empleadas de la Reserva Arquitectónica e Histórica M Estado, sufren también por un ayuno voluntario. Los primeros exigen la devolución de la iglesia y amenazan con ordenar una invasión masiva si no sé les entrega voluntariamente. Los segundos se niegan con el argumento de que esta joya bizantina se deteriorará si se abre al culto. El Gobierno de la república aún no se ha pronunciado definitivamente.

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"Nosotros también somos creyentes", asegura Olga Barska, encargada del museo y una de las huelguistas, "pero creemos que el mejor servicio espiritual que se puede prestar en este caso es legar el templo, en las mejores condiciones posibles, a nuestros hijos y nuestros nietos". Y es que no se trata de una iglesia más. Sus 13 cúpulas doradas, del siglo XVIII, en forma de pera, en el más puro estilo ucranio, no son sino la brillante envoltura de un interior bizantino en el que los cuerdan mosaicos y los frescos re inevitablemente a Rávena y Ve necia, y que no tiene parangón posible en el territorio de esta Unión Soviética que se desmorona día a día. Casi no hay ni un sólo centímetro cuadrado de techo, de columna o de muro libre del reflejo del arte de maestros en su mayoría anónimos. En los últimos 12 meses, el Gobierno de Ucrania (que, como la gran mayoría de las repúblicas de la antigua URSS, proclamó su independencia tras la revolución de agosto) concedió autorización en cinco ocasiones para celebrar oficios religiosos en Santa Sofia.

Daño irreparable

"El daño causado fue irreparable", indica la subdirectora de investigación del complejo, Irma Toskayia. "Los frescos, que, como puede ver, llegan hasta el suelo, son como una herida abierta a la que no se puede tocar. Nosotros hemos conseguido limitar el acceso de los turistas y controlar sus movimientos, pero ¿cómo lograrlo cuando se agolpan miles de personas que encienden velas, se apoyan en las columnas e incluso ponen los pies sobre ellas? Solamente para recuperar las condiciones ambientales y de temperatura previas a la última misa han tenido que pasar semanas. Observe ese frágil sillón del metropolitano. A esa zona no pueden pasar los visitantes. Pues bien, incluso se sentaron en él. Mire estos destrozos en las columnas. ¿Como recuperaremos los fragmentos de pintura que había ahí. ¿Nota estos restos de escritura? Son del siglo XII. ¿Acaso podemos arriesgarnos a que mañana se tapen con un grafito que diga 'Borís y Nadia estuvieron aquí en octubre de l991?". Olga Barska hace notar que hay decenas de iglesias en Ucrania que pueden utilizarse para el culto y que Santa Sofía "es un monumento único de significado universal", cuya conservación, mantenimiento y restauracion es "fruto de un esfuerzo de 50 años, en difíciles condiciones, que se puede venir abajo de un plumazo"; pero la Iglesia ortodoxa autónoma ucrania sigue en sus trece de exigir la devolución del complejo. Uno de los popes que se ha declarado en huelga de hambre, Anatoli Bitchenko, párroco del distrito de Podol, en Kiev, dice que no están dispuestos a que su patriarca, Mtislav, que actualmente reside en el Estado norteamericano de Ohio, tenga que alojarse en un hotel cuando regrese (1o que ocurrirá próximamente"), y que, en ese caso, casi sería mejor que se encerrara con ellos en una de las tiendas. Un panorama literalmente escalofriante ante la realidad de un otoño frío y la perspectiva de un gélido invierno.

Heredera de Valdimir

"Santa Sofía es nuestra", insiste; "de la Iglesia nacional independiente, heredera del príncipe Vladímir, que introdujo el cristianismo en estas tierras, y de Jaroslav el Sabio, que ordenó construir la catedral". Los popes se ofrecen para colaborar con los investigadores y adoptar, conjuntamente, medidas de protección. "Estamos dispuestos", asegura Bitchenko, "a que en Santa Sofía se celebre misa únicamente en ocasiones excepcionales y limitando el acceso, así como a que continúe abierta a los visitantes, pero la catedral, y todo el complejo, tiene que pasar bajo nuestro control". Ni siquiera admiten compartirla. También aquí han llegado los aires de independencia. Los autónomos no reconocen ningún derecho de los ortodoxos rusos de la república y rechazan la unificación de ambas confesiones, por otra parte sin diferencias dogmáticas, "a no ser que ellos recen en ucranio, y no en ruso-eslavo, como ahora, y renuncien a su dependencia del patriarcado de Moscú para aceptar la disciplina del de Ucrania".

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