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El futuro de la disuasión

"Si la 'amenaza soviética' se desvanece, no ocurre así con la proliferación balística, nuclear, química y posiblemente biológica", señala el autor, que destaca la paradójica proliferación de nuevos riesgos para la paz en el mundo.

El concepto de disuasión data de la época del Código de Hammurabi, el código penal más antiguo del mundo (3000 antes de Cristo). Disuadir es intentar prevenir que una persona o un grupo de personas ejecute ciertas acciones, persuadiéndolos de que si las llevan a cabo serán castigadas tan severamente que las desventajas del hecho pesarán más que las ventajas. La especificidad de la disuasión nuclear surgió del horror causado por la destrucción de Hiroshima por una sola bomba. Evidentemente, los primeros (y hasta ahora únicos) ataques nucleares fueron coercitivos, es decir, todo lo contrario a disuasivos. Esto es, encaminados a forzar a un individuo o agente colectivo (en este caso, Japón) a que hiciera algo (capitular y rendirse) si no quería verse sometido a un castigo exorbitante (una continuación de los bombardeos nucleares). Poco después, tanto la guerra fría como el desequilibrio convencional en Eurasia llevarían a los estrategas norteamericanos a convertir la disuasión nuclear en elemento clave de las relaciones entre las fuerzas de Occidente y Oriente. Y dado que el status vinculado a la posesión de armas nucleares implica influencia internacional y prestigio diplomático, la búsqueda de la paridad atómica ha marcado el enfrentamiento entre el Este y el Oeste, que servía de eje al sistema internacional. El hecho de que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU sean los mismos cinco con armamento nuclear declarado refuerza con creces la percepción de que la disuasión nuclear es un elemento importante en la jerarquía internacional.

El derrumbe del bloque soviético en menos de dos años, seguido por el colapso de la propia URSS, ha diluido la amenaza soviética, de forma que:

a) La posibilidad de una agresión nuclear o convencional contra Occidente en los próximos 10-15 años es escasa (¡probablemente, inferior a la de una agresión china!).

b) El único pequeño riesgo de conflicto nuclear entre la URSS y Occidente se basa en la hipotética intervención de Occidente en apoyo de un país vecino atacado por una neo-Rusia nacionalista.

c) Un riesgo más probable es el del chantaje nuclear por grupos que se apoderasen de sistemas nucleares gracias a una situación de anarquía o guerra civil.

Pero si la amenaza soviética se desvanece, no ocurre así con la proliferación balística, nuclear, química y posiblemente biológica. Paradójicamente, el fin de la competencia entre el Este y el Oeste y la desintegración del comunismo soviético impulsarán la proliferación de alto riesgo.

Vecinos radicales

Algunos de los países más radicales consideran que el colapso de la URSS hace necesaria la adquisición de armas más sofisticadas para poder hacer frente al reforzado imperialismo y sionismo. Otros países más moderados seguirán un camino parecido, con. el fin de protegerse de sus vecinos radicales, o simplemente sobre la base del deseo de alcanzar status de influencia. Irak es un caso interesante, ya que seguía una política secreta y muy sistemática de proliferación armamentista desde hace más de 15 años. Esta política se desarrollaba en cuatro direcciones:

a) Balística, con la adquisición y modernización de los misiles soviéticos Scud y la participación en el proyecto secreto Cóndor.

b) Química, con la construcción de fábricas para manufacturar este tipo de armas, utilizadas ya al Final de la guerra con Irán y contra los kurdos en 1988.

c) Biológica, con la existencia de un programa de investigación que, afortunadamente, parece ser muy incipiente.

d) Nuclear, con un programa secreto para fabricar materiales fisionables (plutonio y, sobre todo, uranio enriquecido por centrifugación) y para adquirir todo lo necesario para la producción de bombas de fisión.

En lo referente a la adquisición del material y la tecnología necesarios, el esfuerzo iraquí destaca por sus diversas y complementarias fuentes (científicos preparados en el extranjero, acuerdos de cooperación o de compra oficiales, adquisiciones clandestinas o cooperación secreta con otros países nuclearizados) y la variedad de sus complices: desde la URSS y sus antiguos satélites hasta los principales países occidentales, sin excepción.

Huelga decir que todo este esfuerzo nuclear con fines militares ha podido llevarse a cabo a pesar de que Irak haya firmado al Tratado de No Proliferación Nuclear y de las inspecciones periódicas del Organismo Internacional de Energía Atómica. Ello revela mucho sobre la eficacia de estos controles...

A nivel de estrategia, dejando aparte todo prejuicio contra Irak, parecen claros los objetivos de Sadam Husein:

a) Ante todo, proteger a Irak frente a una nueva operación israelí análoga a la incursión contra Osirak, en julio de 1981, cuyo fin era neutralizar las instalaciones iraquíes destinadas a desarrollar armas no convencionales.

b) Más en general, proteger a Irak frente a acciones occidentales que intentaran evitar que siguiera una estrategia de expansionismo regional. Basta imaginar las reticencias de la coalición occidental si la invasión de Kuwait hubiera ocurrido después de que Irak hubiera producido sus propias armas nucleares para entender el interés de Sadam en desarrollar este tipo de estrategia.

c) Y por último, enfrentado con Israel (que probablemente tiene armas nucleares) y Estados Unidos, alzarse en portavoz y líder del mundo árabe.

Robo de cabezas

Un último detalle a tener en cuenta es que la inestabilidad en el territorio postsoviético podría ser un factor en la proliferación, bien por el reclutamiento de técnicos mercenarios soviéticos, bien por el robo de cabezas nucleares tácticas. Por.todo ello, desde el punto de vista de los países occidentales, se hace obligatorio barajar tres tipos de amenazas:

a) La autoprotección de aquellas naciones que desean practicar un expansionismo regional sin que intervengan las superpotencias ni la comunidad internacional. Ésta era la política iraquí hasta la guerra del Golfo, y parece que sigue siendo, por ejemplo, la de Corea del Norte.

- Intentos de intimidación por parte de países radicales que usen la extorsión para obtener ventajas económicas o políticas.

- Chantaje, incluso terrorismo nuclear.

El nuevo ambiente internacional obliga, pues, a las democracias occidentales a elaborar nuevas estrategias de disuasión basada en tres elementos clave:

a) Mantener la disuasión suficiente ante el potencial estratégico ruso-soviético ofensivo y defensivo, ajustando al mismo nivel de suficiencia. Este ajuste, ya en marcha, ha de tener en cuenta el declive del riesgo de un ataque por sorpresa.

b) Disponer de medios adecuados, humanos y electrónicos, para la recogida de información mediante aviones y satélites para identificar y localizar nuevos focos de proliferación, preferentemente antes del despliegue operativo (detección de los lugares de fabricación y despliegue de armas nucleares, balísticas, químicas y biológicas, así como de los centros de mando y control).

c) Dotarse de la capacidad adecuada para destruir quirúrgicamente estos lugares causando mínimos daños colaterales. Las cabezas a utilizar deberían ser preferentemente convencionales, dejando las termonucleares para casos extremos.

Conclusión: si bien ya está en marcha un significativo desarme atómico por parte de Occidente y de la URSS, la aparición de amenazas inéditas obligará a adoptar nuevas y evolucionadas formas de disuasión. Evidentemente, en un mundo Ideal, habría una sola manera de practicar la disuasión: depositaria en manos del personal militar permanente de un Consejo de Seguridad de la ONU formado exclusivamente por países pacíficos y democráticos. Pero, dado que ello no está por ahora a nuestro alcance, la paz y la estabilidad del mundo dependerán aún durante muchos años de las adecuadas capacidades de disuasión de las grandes potencias democráticas.

Andrés S. Serrano es master en estudios sobre la guerra del King's College de Londres.

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