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Aviones de EE UU refuerzan la búsqueda de los marineros gallegos desaparecidos

Xosé Hermida

Dos aviones Orion de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, con base en Islandia, se unieron ayer a las labores de búsqueda de la balsa en la que podrían hallarse los 16 tripulantes, 14 de ellos gallegos, del buque hispano-alemán Frank C,hundido el pasado lunes a 250 millas al oeste de Escocia. En el rastreo participaron dos aviones Nimrod y un helicóptero británicos que peinaron infructuosamente unos 10.000 kilómetros cuadrados, donde las condiciones de visibilidad mejoraron ayer con respecto a días anteriores.

El desaliento ha comenzado a hacer mella entre algunas de las familias de los pescadores ante la falta de noticias sobre su paradero.La posibilidad de que los 16 desaparecidos tuviesen tiempo de tomar un bote salvavidas antes de que el buque se hundiese sigue manteniendo la esperanza de encontrar con vida a los marineros, aunque un portavoz del servicio de guardacostas escocés explicó ayer: "Obviamente, el que haya transcurrido tanto tiempo sin encontrar rastro no es nada bueno". A pesar de todo, las mismas fuentes anunciaron que la búsqueda se reanudará hoy. La lancha salvavidas tiene capacidad para 25 personas, es insumergible y transporta víveres para mantener a todos los hombres durante varios días.

En uno de estos botes estuvo 26 horas en medio del temporal el hasta ahora único superviviente, Gerardo Pérez Pose, de 36 años, vecino de Malpica (La Coruña) que regresó a casa el pasado jueves tras ser rescatado por un buque danés. Fuertemente impresionado -"he visto la muerte", dijo a los periodistas en el aeropuerto de Santiago- Gerardo Pérez insiste en que antes de que se hundiese el Frank C pudo observar cómo un grupo de tripulantes arriaba una lancha y saltaba sobre ella.

"Si este hombre dice la verdad y lo que cuenta no es producto de los nervios, nosotros no perdemos la esperanza", comentaba ayer Manuel Parcero, un veterano patrón de pesca de Moaña (Pontevedra), hermano de uno de los desaparecidos. La misma impresión transmitía un cuñado de Javier Cabaleiro, otro marinero pontevedrés que acababa de enrolarse en el Frank C. "Hasta que pasen tres o cuatro días, seguimos confiando en que aparezcan con vida. De hecho, su esposa está bastante más tranquila que el primer día, que se puso muy mal cuando le dieron la noticia".

Sentimiento de fatalidad

Pero un sentimiento de fatalidad comienza a apoderarse de los hogares de otros pescadores. Es el caso de la familia de Jose Antonio Rodríguez Verdía, de Craballo (La Coruña), quien trabajaba en el barco con un hijo suyo, que con tan sólo 16 años cumplía ya su cuarta salida a alta mar. La esposa de Jose Antonio Rodríguez permanece recluida en su casa, acompañada por sus parientes más allegados. "No tenemos ninguna esperanza", es la única respuesta de una hermana suya a las preguntas del periodista. Esta familia vive quizás la situacuón más dramática de todas, junto a la esposa del marinero pontevedrés Agustín Soage, que está a punto de dar a luz el primer hijo del matrimonio.En las casas de los marineros se vive estos días pendiente de la radio y del teléfono, en un estado de permanente sobresalto. "A mi madre, que tiene hipertensión, tuvo que atenderla ayer [por el jueves] el médico", dice Manuel Parcero. "La otra noche se despertó de repente dando gritos. Mi padre, que es patrón de pesca, también se encuentra muy mal porque ya ha padecido dos trombosis".

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Parcero conoce bien los caladeros donde se ha perdido su hermano y no encuentra palabras para describir la bravura del océano en esa zona del Atlántico Norte: "Los marineros le tenemos un respeto enorme. Ese mar es criminal, terrorífico".

La fiereza de los temporales en los caladeros de Rockall, donde desapareció el barco, tuvo ocasión de comprobarla Gerardo Pérez Pose durante las 26 horas en las que permaneció a la deriva en un bote mientras pensaba que no encontraría ningún barco que lo recogiese. Pero, a pesar de esta fuerte impresión, Pérez Pose decía entrecortadamente el jueves, a su llegada a Santiago de Compostela: "Seguiré en el mar. No tengo otro remedio. No conozco otro oficio".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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