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Un lorito real

Un juez estima en 150.000 pesetas el 'daño moral' causado a una mujer por la muerte de su loro en un hospital

Un juez de Barcelona ha condenado a un médico , al hospital Vall d'Hebron a indemnizar a una nujer con 150.000 pesetas por los "dafios morales" causados por la muerte de su loro. María delCarmen Dotras llevó al hospital un ave de esponjoso plumaje para que le extrajeran una muestra de sangre y se lo devolvieron "literalmente tieso". Indignada, congeló al loro, le hizo practicar la autopsia, y exigió una indemnización de un millón.

María del Carmen Dotras contaba apenas 12 años cuando le regalaron su loro, un loro verde macho con el que convivió, junto a su madre, durante más de 23 años. Ambas mujeres prodigaban al pájaro "el máximo cariño que pueda suponerse, lo que dio lugar a una entrañable relación de afecto", según la demanda.En 1989, ante la posibilidad de que una alveolitis alérgica que padecía su madre estuviera originada por la inhalación de antígenos producidos por el loro, le recomendaron llevarlo al hospital Vall d'Hebron para extraerle una muestra de sangre. A la mujer ya le extrañó que su médico la enviase a un servicio de Neumología en vez de a un veterinario, pero le aseguraron que tal departamento realizaba esos análisis en las mejores condiciones".

Sin embargo, desde el primer momento ya le pareció que el personal no gozaba de demasiada pericia. Entre pinchazo y pinchazo el loro quedó medio asfixiado por una toalla que le pusieron sobre la cabeza y en vez de los 0,5 centímetros de sangre prescritos, le extrajeron seis veces esa cantidad, según su propietaria.

Medio desangrado, semiinconsciente y con evidentes síntomas de asfixia, el loro fue rematado con una jeringuilla de agua que le inyectaron los ayudantes del doctor Antonio Román Breto, a indicación de éste, para evitarle sufrimientos.

Loro congelado

La enfurecida propietaria se llevó el cadáver del loro, lo congeló y se, dispuso a vengar el loricidio. Encargó la autopsia a la Facultad de Veterinaria, denunció el caso al Centre de Protecció dels Animals, al médico, al Ilustre Colegio de Barcelona e interpuso una demanda civil. Pero la congelación del loro impidió determinar la causa de su muerte.

En su sentencia, el juez Antonio Nuño de la Rosa reduce algunas pretensiones porque entiende que "no se trataba de conseguir la salud del loro, sino la de la madre" y aunque rechaza que la cantidad de sangre extraída hubiera sido letal, "lo cierto", añade, "es que el loro murió y su fallecimiento es imputable al actuar negligente del hospital y sus profesionales".

Dado que un loro "puede ser sustituido por otro loro", el juez condena a los demandados a pagar "uno de parecidas características al fenecido". También recuerda que fue la demandante quien dijo que pedir una indemnización por la muerte de un loro podía parecer "grotesco". "Ello, en parte, es desde luego así" afirma el juez, que lamenta tener que dilucidar la muerte de un animal con pruebas y dictámenes "de auténtico lujo", comparados "con otros casos en que se hallan implicadas personas humanas".

Sin embargo, el magistrado reconoce que el cariño de algunas personas hacia los animales puede ser evaluable económicamente, aunque con matizaciones, "ya que el loro ha fallecido y no se le puede resucitar Así, respecto a que el loro "era de los que hablaban", el juez cree que

articulaba sonidos parecidos a los de las personas" porque, dice el juez, "de haber hablado el loro, se hubiera quejado de la manipulación médica". - El magistrado pondera que la "posibilidad parlante" del loro se adujese "para. elevar su valor", pero también conviene que ante la enfermedad de la madre "el loro estaba abocado a desaparecer".

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