La desilusión de un 'histórico'
En el supuesto de que la conferencia internacional de paz para Oriente Próximo se celebre el próximo mes, como ansiosamente desean Washington y Moscú, y en el igualmente eventual caso de que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) esté presente en las negociaciones con Israel, muchos palestinos verán esa cita como un despampanante ejercicio de futilidad.Jaled Al Hasan, figura histórica del movimiento palestino y uno de los padres fundadores de Al Fatah, el principal componente de la OLP, está entre quienes no se hacen ninguna ilusión. Todo lo contrario; su visión del futuro palestino es más que sombría. Estados Unidos, dice, va a estimular a sus aliados árabes a abandonar a los palestinos. Washington, declara en una conversación con EL PAÍS, quiere convertir la región en "una gran tarta made in USA, y quiere que nosotros seamos el baño de azúcar".
Sentado en un mullido sofá del salón de la cabaña número 112 del Club de los Pinos de Argel, Jaled al Hasan coge el mando a distancia del televisor, aprieta un botón y pone fin a la transmisión de la CNN.
El presidente Bush ha terminado su intervención ante las Naciones Unidas con un vehemente llamamiento para que se anule una resolución que desde hace 15 años designa al sionismo como una forma de racismo. "Los racistas son ellos", dice. "Si lo que Estados Unidos y los israelíes han estado haciendo siempre no es racismo, entonces ya no sé cómo definir qué es la discriminación".
Es difícil distinguir si es más fuerte la rabia o la decepción en las palabras de este fornido político palestino de más de 60 años, que dedicó su vida a la causa palestina prácticamente al día siguiente de que su familia fuera expulsada de Haifa tras la creación del Estado judío en 1948. ¿Se ha fijado usted en el énfasis que ha puesto Bush para abogar en favor del Gobierno israelí?".
Los palestinos, olvidados
Para Al Hasan no es un hecho casual que Bush ni siquiera haya mencionado las aspiraciones palestinas, un detalle que quizá hubiera contribuido a atenuar la enorme desconfianza ante las propuestas de Washington en momentos en que el Parlamento en el exilio del pueblo palestino debate el plan de conferencia de paz diseñado por los norteamericanos.
A menos de 300 metros de la cabaña de Al Hasan, el Consejo Nacional Palestino (CNP) está atrapado en un dilema crucial: o la Organización para la Liberación de
Palestina acepta ser representada indirectamente en la eventual conferencia de paz, o se queda al margen de lo que Washington y sus aliados árabes presentan como "la última oportunidad" para una solución al problema palestino.
Al condenar enérgicamente la resolución sobre el sionismo como forma de racismo, Bush ha conseguido desactivar la crisis con el Gobierno israelí. Ayer, el, primer ministro, Isaac Shamir, daba claramente a entender que la tormenta política con Washington, resultado de la decisión norteamericana de vincular la concesión de 10.000 millones de dólares en garantías de créditos a la suspensión de asentamientos judíos en los territorios ocupados, ha pasado sin causar más daños que un breve enfriamiento emocional entre dos países tradicionalmente amigos.
Para Al Hasan, el discurso de Bush no ha sido sino una nueva afrenta a los palestinos que confirma la doble moralidad de Washington, donde, afirma, se trama una conjura para liquidar las aspiraciones nacionalistas de la OLP. Y no parece sorprendido: "Estados Unidos e Israel parecen a punto de conseguir sus objetivos sin que el resto del mundo, ni siquiera los Gobiernos árabes, muevan un dedo para ayudar a los palestinos en su búsqueda de autodeterminación y respeto a sus derechos humanos".
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