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Los niños gitanos de Mancha Real volvieron a clase protegidos por la Guardia Civil

Alrededor de 200 personas, en su mayoría mujeres, volvieron a increpar con gritos de "asesinos, asesinos" y "fuera, fuera" a los cuatro niños gitanos a su llegada al colegio público Sixto Sigler, en Mancha Real (Jaén), localidad de unos 9.000 habitantes. Los niños, cabizbajos y visiblemente afectados por el griterío, entraron en el colegio acompañados por el patriarca del clan gitano de Mancha Real y el presidente de la asociación gitana de Jaén. Entretanto, una decena de efectivos de la Guardia Civil del medio centenar desplegado en el pueblo tuvieron que contener a un grupo de mujeres en actitud amenazadora.

Las aulas del colegio Sixto Sigler volvieron, en el segundo día del curso escolar, a quedar prácticamente vacías al negarse los padres de los cerca de 1.400 alumnos inscritos a. que sus hijos las compartieran con los niños gitanos. Sólo los padres de unos 80 niños payos volvieron a llevar ayer a sus hijos a sus clases, repartidas en cuatro edificios del mismo centro, desoyendo las amenazas de las madres que se oponen a la escolarización en la localidad de los niños gitanos."Son todos unos asesinos y lo que tienen que hacer es irse porque aquí no los queremos", espetaba una de las madres concentradas frente al colegio. "Ellos son igual que sus padres, unos asesinos", murmuraba otra de las madres, refiriéndose a unos niños con edades entre seis y 10 años.

Estas mujeres arremetieron igualmente contra los profesionales de los medios de comunicación que cubrían los incidentes. "Sólo decís mentiras y vosotros tenéis la culpa de todo", decía una de las madres; "habéis puesto en el periódico que un piquete de mujeres... ¿Y dónde están los picos? Aquí liemos venido sin".

Situación aberrante

Uno de los padres que llevó a sus tres hijos al colegio -que no quiso dar su nombre por temor a posibles represalias de los vecinos- manifestó respecto al boicoteo a la escolarización gitana: "Esto es aberrante, no sólo por lo que están haciendo a los niños gitanos, sino por el daño que les están produciendo a sus propios hijos, los cuales, sin saber de qué va la cosa, también gritan asesinos". El padre añadió: "La mayor parte de la población de Mancha Real no apoya el boicoteo, sino que éste parte de un grupo de mujeres que arrastran a las demás".

Otra de las madres que decidieron llevar a. sus dos hijas a clase aseguró: "Muchas de las mujeres que gritan. contra los gitanos tienen a miembros de su familia, que son maleantes y ladrones, en la cárcel y son mucho peores que los gitanos".

Los profesores del centro dijeron que a los niños que han asistido a clase se les están impartiendo las materias previstas. "Si el resto de los niños decide acudir a clase, tendremos que volver a empezar", dijo una profesora.

Los momentos de máxima tensión se produjeron cuando la comitiva de madres se concentró en la plaza del Ayuntamiento y encontraron en el interior de una cafetería al patriarca del clan, Antonio, a su hijo Isidro y al presidente de la asociación gitana de Jaén, Antonio Jiménez, lo que fue interpretado por las madres como una provocación. Las manifestantes, siempre profiriendo gritos, rodearon a los gitanos, que se vieron obligados a huir en un vehículo de los Romero que recibió varias abolladuras por los golpes que le propinaron.

La corporación municipal de Mancha Real celebró ayer un pleno extraordinario con carácter urgente para analizar la situación creada y aprobó por unanimidad pedir calma a la población, especialmente a los padres de los alumnos, a los que pidió la vuelta de los escolares a las aulas, y reprobar todo tipo de conductas que puedan generar enfrentamientos.

Por su parte, el portavoz municipal del PP, Tomás Ruiz Chica, pidió al alcalde socialista, Alfonso Martínez de la Hoz, "que dé la cara y se pronuncie y explique públicamente que esto se está desmadrando y que el derecho a la educación es innegable".

En mayo pasado, el alcalde, con motivo de la muerte del payo Ángel Arroyo Ibáñez en el curso de una reyerta con gitanos, pidió a la población que fuesen expulsados del pueblo "todos los delincuentes", y dio una lista de nombres de aquellos que debían abandonar el municipio. La mayoría de los citados por el alcalde eran gitanos. Posteriormente, Alfonso Martínez, junto a otros concejales, encabezó una manifestación que culminó con el destrozo de las casas gitanas y la huida de la comunidad calé del municipio.

El Gobierno andaluz reiteró ayer, en relación con los hechos, su decisión de "no aceptar ninguna actitud de marginación social en la comunidad, y más aún cuando se trata de un derecho esencial y básico como es el de la educación", informa Juan Méndez.

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