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La subasta de 'objetos de culto' de los Beatles no alcanzó los precios esperados

Los coleccionistas se llevaron verdaderas gangas de la época dorada del grupo

Enric González

¿Quién da más? Pam. Adjudicado. La partida de nacimiento de John Lennon fue vendida ayer por 1.600 libras, lo que equivale a unas 290.000 pesetas. Era uno de los 430lotes ofrecidos en pública subasta por la firma londinense Christie's, que sacó al mercado en una sesión histórica algunos de los objetos más venerados de la mitología heatle. Cinthia Lennon, la primera mujer del artista, aportó a la subasta su propia colección personal, la que -según su propia y repetida promesa- iba a "conservar hasta la muerte". La subasta no alcanzó los resultados esperados por los organizadores.

Coleccionistas variopintos, gente adinerada, veteranos de Carnaby Street, curiosos, un par de abogados, el inevitable comprador japonés y un pelotón de periodistas abarrotaron la sala de Christie's en Old Brompton Road. La ocasión era solemne: casi todo el material de la época dorada de los Beatles estaba en oferta.Pero los precios no alcanzaron grandes cotas. Al contrario, la mayoría de los lotes fueron adjudicados por debajo del precio de tasación fijado por los especialistas de la casa de subastas, y hubo quien se llevó auténticas gangas.

Un calcetín viejo

El concepto de ganga, claro está, es relativo. Que se lo pregunten si no al anónimo ciudadano -pujo por teléfono que pagó 480 libras (unas 87.000 pesetas) por un calcetín viejo,un centímetro cuadrado de tostada mohosa -formó parte de un desayuno de hace 30 años- una colilla y unos cuantos autógrafos.

El calcetín, la tostada y la colilla fueron usado, comida y' fumada, respectivamente, por el guitarrista George Harrison en sus comienzos profesionales, lo cual convertía esos desperdicios en pequeños fetiches. Baste saber que el cochambroso lote tenía un precio mínimo de tasación de 800 libras (casi 150.000 pesetas).

- En la misma línea chatarrera, un despertador regalado por Brian Epstein -manager de los Beatles- a Pete Best -el que fue primer batería del grupo- en la Navidad de 1961, y que al parecer funcionó escandalosamente mal desde el primer día, fue adquirido por una elegante dama por 140 libras (más de 25.000 pesetas).

La mayoría de los lotes eran mucho más lucidos que los mencionados arriba. Docenas de discos de oro de los Beatles (Penny Lane, Help, etcétera) fueron comprados a precios que oscilaban entre las 70.000 pesetas (el sencillo más barato) hasta medio millón (los de larga duración).

Por medio millón de pesetas se pudo también adquirir alguno de los numerosos dibujos originales de John Lenon. Y por unas 80.000, hubo quien se llevó a casa un hermoso y colorido boceto de gran tamaño de alguno de los personajes de la película de dibujos piscodélicamente animados Yellow submarine.

El plato fuerte de la subasta era la colección de Cinthia Lennon. Ahí estaba todo. La partida de nacimiento de Johri, la de su hijo Julian, el reloj de oro Piaget -poco más de 100.000 pesetas- que el beatle le regaló meses después de casarse, una radio, una cámara fotográfica, un montón de alfombras persas, muebles -un maravilloso escritorio de caoba en el que Lennon escribía sus poemas fue rematado por apenas 140.000 pesetas-, la agenda telefónica del beatle -en la que figuran los Jagger, Richards, Clapton y demás colegas de la época-, un ajedrez de marfil indio... Practicamente todo lo que John Lennon dejó en casa al separarse de ella.

También podían encontrarse curiosidades no catalogadas hasta ahora, como un dibujo que John pintó y dedicó, sobre la célebre fotografía del artista con su segunda mujer, Yoko Ono, ambos desnudos, para el sargento Pilcher, que en 1968 le detuvo por posesión de cannabis. Lo curioso es que un dibujo de época tan tardía estuviera también en manos de Cinthia Lennon, que ayer se embolsó algo menos de 20 millones de pesetas.

El viejo batín verde de Elvis Presley

No todo fueron Beatles en la sesión de ayer. Un gran número de mitos de la música pop aportaron un jirón de su vida a la subasta de Christie's. Para empezar, el mismísimo Elvis Presley, de quien entre otras cosas se vendió el batín verde de boxeador que vestía en la película Kid Galahad (casi un millón de pesetas), y una larga y melosa carta manuscrita en la que, con fecha 28 de octubre de 1958, rogaba a la señorita Anita Wood que se casara con él lo antes posible. La incalificable Anita Wood rechazó la petición, según parece.Los arqueólogos del rock and roll podían quedarse, por menos de 100 pesetas, con una chaqueta beis de verano que el llorado Buddy Holly se compró en un Honolulu (Hawai) en fecha desconocida.

La chaqueta era horrenda, sin paliativos, pero entusiasmó a su nuevo propietario, un joven rockero sin problemas de tesorería.

Y más joyas para los puristas: poemas manuscritos de Jim Morrison, el líder de The Doors, y Jimmy Hendrix ("los hospitales roncan, las motos rugen, y la pasma te pega en la cabeza una y otra vez; no hay auxilio para los desasistidos, ni para los pobres") entre 100.000 y 300.000 pesetas. Guitarras que pertenecieron a Bob Dylan (fabricada en Madrid), Mark Knopfler, el líder de los Dire Straits, y Pete Townshend (esta estaba totalmente rota, como corresponde a la escenografía de los Who y al inestable carácter de su guitarrista).

Otras piezas subastadas: una canción inédita de David .Bowie en soporte de acetato llamado C'est la vie (75.000 pesetas), discos de oro de Joe Cocker, Leonard Cohen, Mark Bolan y T. Rex, Fleedwood Mac, Iron Maiden...

No todo era de otras décadas. Una chaqueta de seda vestida por Prince durante la entrega de los premios, Grammy de 1988 fue adjudicada telefónicamente al precio de un millón de pesetas. Y unos cuantos folios con notas de Bruce Springsteen, El Jefe, para las letras de su disco The river (procedente, como muchos otros de los objetos en oferta, de anteriores subastas benéficas) cambiaron de propietario por menos de 200.000 pesetas.

Y no todo era pop. Entre la colorida parafernalia musical se había colado la guerrera caqui que vestía el inefable Sylvester Stalone en la pelicula First blood (Acorrolado), primera entrega de la larga saga de los Rambos. Quizá porque el público no era el más sensible a los fetiches bélicos nadie ofreció más de 50.000 pesetas por la sufrida y práctica prenda.

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