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LA LIDIA / FERIA DE VITORIA

La bisutería, hipervalorada

Se están arraigando en el público de toros ciertos hábitos muy peligrosos. La proporción de aficionados competentes se evidencia cada vez menos y la prevalencia de su criterio es mínima. En el toreo hay suertes fundamentales que deben ser valoradas como si fueran oro de ley. Hay otras que son accesorias y que sólo cabe calificar de bisutería. Sin embargo, el peligro están en darles a todas el mismo valor.Cuando Roberto Domínguez acertó a la primera en su floreado descabello, la plaza entera se puso en pie, y la atronadora ovación debió de oírse en Bilbao. Como si lo hubiera matado recibiendo en el hoyo de las agujas. Al fin y al cabo, el descabello es una suerte que mutatis mutandis llevan a cabo puntilleros y matarifes y no les aclaman. Sin embargo, ante esa sorprendente reacción del público, hace muy bien Roberto en prodigarla.

Jódar y Ruchena / Domínguez, Espartaco, Santa María

Cinco toros de Jódar y Ruchena, bien presentados, 1º inválido; 2º, blando; 3º, 4º y 6º bravos y nobles, y 5º sobrero de Domingo Hernández, manso y peligroso. Roberto Domínguez: dos pinchazos, estocada y descabello (silencio); media caída y descabello (oreja). Espartaco: pinchazo y estocada caída (ovación); tres pinchazos y estocada caída (silencio). Jeromo Santa María: dos pinchazos, estocada haciendo guardia, 14 descabellos (ovación); pinchazo, estocada delantera y tres descabellos (silencio). Plaza de Vitoria, 7 de agosto. Tercera corrida de la feria de la Virgen Blanca. Casi lleno.

Otra bisutería que está hipervalorada es la verónica con el paso atrás, descargando la suerte. Si con componer la figura el público tiene bastante, ¿para qué cargar la suerte Y ganar terreno en cada lance, que es mucho más peligroso? Falta cada vez más el criterio para discernir entre la joya y la bisutería.

El primero de Roberto Domínguez fue un inválido. Al cuarto, bravo y noble, lo toreó sobre la mano derecha con des¡gual limpieza. Un pase circular y dos o tres buenos redondos antes de dejar media caída; el descabello le valió una oreja.

Espartaco tuvo el peor lote. Su primero no humillaba y la falta de fuerzas le hacía defenderse. Lo toreó a media altura con temple hasta que el toro se puso muy incómodo y acabó sometiéndolo con más valor que lucimiento. El sobrero, en quinto lugar, tenía cuajo y era manso y peligroso. Espartaco se limitó a trastearlo con lógicas precauciones.

El diestro alavés Jeromo Santa María tuvo el mejor lote y acusó el dique seco. Tiene buenas maneras pero le falta sitio. A su primero le hizo una faena decorosa con el aliento ferviente de sus paisanos. El sexto, con casta, era demasiado toro para quien en agosto toreaba su segunda corrida de la temporada.

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