Un santuario laico
En Torre Martello, los elementos adversos no consiguen amedrentar a los peregrinos del Ulises. Parte de ellos pertenecen al Instituto Joyce que se reúne todas las semanas en un local de Stephens Green para sacarle punta al infinito filón de este libro carismático. Una mujer de ca bellos plateados habla de Joyce como si fuera el santo de una cofradía laica. No sólo celebran el Bloomsday, sino también la fecha del cumpleaños, etcétera. Hace unos meses fueron a París, a seguir la estela del escritor, y festejaron el ani versario con su nieto Stephen.El interior de la modesta torre, más que un museo, parece un pequeño santuario con reliquias. La cigarrera de Joyce, donde guardaba su tabaco de Virginia; una bonita corbata del maestro donada por Samuel Beckett, quien también hizo llegar un chaleco heredado por James de su padre y bordado por su abuela con cabezas de ciervo. Allí está el piano que Joyce tocaba en Trieste, la villa adriática donde residió de 1905 a 1915. Y la llave de la torre, citad en el Ulises, que no es precisamente de bolsillo Hay también un ejemplar original de Two essays, un folleto publicado en 1901, cuando el autor tenía 19 años, yque tuvo un especial significado en la trayectoria de Joyce, por más que se tiraron 85 ejemplares al precio de dos peniques. El entonces joven universitario compartía cartel con un amigo, Skeffington, malamente fusilado por los británicos en 1919. Su ensayo The day of rabblement (El día del populacho) era un furibundo ataque contra el provincianismo cultural, ejemplificado en la negativa del Irish Literary Theatre a representar obras que no fuesen de tema irlandés. La revista universitaria se negó a publicar el artículo, y Joyce, lejos de rendirse, aprendió desde entonces a crecerse en la adversidad. Y hay cartas a Nora. Y cartas al padre, dear pappie, del que heredó ingenio, sensibilidad musical, imprevisión económica, pasión familiar y cierta devoción por la botella.
El aguacero no cesa en la terraza de Torre Martello y han de apretujarse los émulos de Joyce y Nora, de Molly y Bloom. E incluso ese chulo llamado Hugh Brazes Boylan, que se cameló a Molly. La moderna odisea de Ulises es la de este tipo cuarentón y buena persona, el señor Bloom, que no regresa a casa hasta la madrugada para no irrumpir al primer embarque de Molly y su amante.
Babelia
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