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Reportaje:RUSIA ELIGE PRESIDENTE

La victoria de Yeltsin marca el inicio de la era poscomunista en la Unión Soviética

Pilar Bonet

El poscomunismo ha comenzado en la Unión Soviética con las elecciones a la presidencia de la Federación Rusa, donde Borís Yeltsin, el político que simboliza la oposición al sistema y el deseo de cambio radical, ha obtenido una arrolladora victoria sobre sus cinco rivales. Más del 70% del electorado ruso, formado por unos 104 millones de personas, acudió a las urnas el 12 de junio, día en que se conmemoraba el primer aniversario de la declaración de soberanía de la Federación Rusa, la mayor y más importante república soviética, y también el aniversario del zar Pedro el Grande, nacido el 12 de junio de 1672.

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Vasili Kazakov, presidente de la Comisión Electoral Central anunció ayer a la agencia Tass que "no habrá una segunda vuelta" y que Yeltsin, con más del 50% de los votos, ha vencido a todos sus rivales. Era dificil decir aún cual será el porcentaje definitivo de su victoria, que rondaba ayer en torno al 60% de los votos emitidos.Las cifras son diferentes en los grandes centros industriales y en las zonas rurales. En Sverdlovsk, la ciudad donde hizo carrera y su principal base de apoyo, consiguió un 90% de los votos. Los porcentajes fueron también muy altos en las ciudades con población superior al millón de habitantes, como Novosibirsk, donde logró un 65% de los votos; Samara, donde obtuvo un 75% (Rizhkov obtuvo un 22%); Rostov sobre el Don, donde registró un 74% de los votos, y Nizhni Novgorod, donde obtuvo un 80%.

En Stávropol, la ciudad de Gorbachov, Yeltsin obtuvo un 64% de los votos, y en la región de Ulianovsk (en el Volga), la tierra natal de Lenin, un 70% de los votos urbanos y un 80% de los rurales. En Kemerovo, el centro del movimiento obrero siberiano, consiguió un 52% de los votos y su victoria se vio mermada por la competencia de Aman Tuleiev, presidente del sóviet regional, que logró un 37% de los votos. Los mineros de Kernerovo constituyen una de las principales fuerzas sociales que apoyan activamente a Yeltsin.

En los distritos rurales, Yeltsin obtuvo unos resultados "más modestos", pero también aquí obtuvo victorias, que en algunos casos eran vergonzosas derrotas para sus contrincantes. A la hora de la verdad, los campesinos del koljós Lenin de la región de Vladimir, que habían promovido la candidatura de Nikolái Rizhkov, votaron mayoritariamente por Yeltsin, que arrancó el 51,4% de los votos, mientras Rizhkov, a todas luces el segundo clasificado, obtenía sólo el 18%.Yeltsin venció también, siempre según datos provisionales, en algunas repúblicas nacionales, tales como la de Mari, Kabardino-Balkaria, Chuvasia y Daguestán. Este apoyo refuerza el papel de la dirección rusa en las negociaciones del Tratado de la Unión, donde las repúblicas nacionales (ex autónomas) han tratado de obtener más protagonismo.

Tatarstán es la república que se perfila como más problemática para Yeltsin en este campo. Nikolái Rizhkov, que había apostado por las repúblicas nacionales, se destacó en la república de Tuvá, donde, sin embargo, no logró el 50% de los votos necesarios para considerarse victorioso. En Moscu, a primera hora de la tarde, Yeltsin iba destacado con el 71,65% de los votos, seguido por Rizhkov, con el 10,95%, y Bakatin, con el 4,13%. El general Albert Makashov figuraba en quinto lugar en la capital del Estado, y sus porcentajes eran muy bajos incluso en guarniciones militares, que le habían relegado frente a Zhirinovski o Bakatin. La poca popularidad de Makashov, que defiende una línea neoestalinista, parece indicar que el conservadurismo a ultranza es ya una etapa histórica pasada.

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Rusia Democrática, el movimiento que ha preparado la campaña electoral de Yeltsin, ha hecho un enorme trabajo por todo el territorio ruso. Guenadi Burbulis, representante de Yeltsin, y Arkadi Murashov son dos de los cerebros de la organización que han hecho posible la victoria. La campaña de Yeltsin ha tenido influencia norteamericana, ya que tanto estos dos políticos como otros organizadores han estudiado las técnicas electorales estadounidenses con la ayuda de entidades próximas al Partido Republicano de EE UU.

Con la victoria llega para Borís Yeltsin la hora cero, es decir, la hora de la verdad, en la que deberá demostrar su competencia profesional para gestionar los destinos de la mayor república soviética en un periodo difícil de transición hacia un sistema de economía de mercado.

Los resultados electorales, donde todo lo que está asociado con el comunismo ha sido negado sistemáticamente, parece también difuminar el fantasma de una eventual guerra civil por la simple circunstancia de que quienes podrían oponerse al cambio se han pasado al otro lado de la barrera.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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