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Acoso contra los integristas argelinos, mientras se retrasa el anuncio de nuevo Gobierno

El Ejército argelino prosigue la operación de limpieza tendente a desactivar el movimiento integrista. Mientras tanto, se demora inexplicablemente la aprobación del nuevo Gobierno del país, en estado de sitio, que debería sustituir al presidido por Mulud Hamruche, dimitido el pasado 4 de junio, cuando numerosos efectivos del Ejército y los carros de combate entraron en la capital para sofocar violentas protestas.

Las autoridades militares que gobiernan el país han hecho públicos en las últimas horas diversos comunicados en los que facilitan información generosa sobre las operaciones protagonizadas por las fuerzas de seguridad, tendentes a restablecer el orden público. En la mayor parte de estas informaciones acusan a los militantes integristas del Frente Islámico de Salvación (FIS) de estar implicados en los incidentes.Algunas de estas informaciones facilitadas por el mando militar y recogidas por la agencia oficial APS han sido desmentidas por los portavoces oficiales del FIS, alegando que se trata de una campaña de desprestigio hacía el movimiento integrista.

A ningún observador político se le escapa que el decreto en el que se desarrolla el estado de sitio confiere a la autoridad militar amplias prerrogativas para injerirse en la vida política y social del país. Y entre éstas se encuentra la disolución de los partidos y la de los gobiernos de los ayuntamientos y de las wilayas o comunas desde las que se atente contra la seguridad del Estado.

Esta operación militar, dirigida contra el movimiento integrista, parece contradecirse con la política de diálogo que el primer ministro, Sid Ahmed Gozali, intenta establecer con toda la oposición y que, según sus propias declaraciones, sería la base del futuro Gobierno de independientes. Un Gobierno, por cierto, que no acaba de formarse, con la excusa de que el primer ministro debe acabar sus consultas con las fuerzas políticas y sociales del país.

Por el despacho del primer ministro, Gozali -continúa en el Ministerio de Asuntos Exteriores-, han pasado todos los dirigentes de los partidos políticos, incluida alguna que otra for mación aún no legalizada, los representantes y directores de diversas asociaciones, periodistas, responsables de industrias y de empresas públicas y un sinfin de personalidades de escasa relevancia social y política. Argel se pregunta con ironía si el colectivo de mujeres de limpieza o el de vendedores de periódicos será también llamado a consulta. Todo parece indicar que Gozali quiere ganar tiempo o tiene serios problemas para formar el nuevo Gobierno.

Pero lo peor de todo es que, desde el punto de vista estrictamente jurídico, ninguna formación política ve el futuro claro, y no se sabe con certeza cuál será el siguiente paso que Argelia deba dar en el camino hacía la democracia, una vez restablecido el orden público y finalizado el estado de sitio. Nadie cree que la Asamblea Popular Nacional se muestre dispuesta a cambiar las reformas votadas meses atrás con las que se modificó la ley y las circunscripciones electorales. En la Asamblea Nacional se advierte un claro malestar, ya que menos de la mitad de los parlamentarios han sido incluidos en las listas legislativas que el FLN ha elaborado para las próximas elecciones.

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Todo esto sucede en una Argelia que cumple hoy un año de las primeras elecciones municipales y comunales pluripartidistas y libres de su historia. Fue en una fecha como la de hoy cuando el Frente Islámico de Salvación se hizo sorprendentemente con el poder del 55% de los ayuntamientos del país y el control de 32 de las 48 wilayas. Fue el inicio de una cohabitación imposible entre el FLN y el FIS, que llevó al país a un callejón sin salida.

[El presidente del FIS, Abasi Madani, confirmó ayer que existe una alianza entre su partido, el ex presidente argelino Bien Bella y la corriente nacionalista del FLN, encabezada por Cherif Belkacem, informa France Press].

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