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Juan Pablo II alaba en Polonia la Conquista de la libertad de expresión

La libertad de expresión bien entendida, es decir, como bandera de la verdad, fue el eje del mensaje que lanzó Juan Pablo II ayer en Olsztyn, en su sexto día de visita a Polonia. El Papa destacó que con la desaparición de la censura "diferentes puntos de vista pueden ser presentados públicamente". Los medios de comunicación polacos, sin embargo, evitaron comentarios sobre los discursos de Juan Pablo II en su viaje, y el denominador común es limitarse al relato de las actividades papales.

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"La libertad de expresar públicamente las propias opiniones es un gran bien social, pero no garantiza la libertad de la palabra; de poco sirve la libertad de hablar si la palabra dicha no es libre", dijo el Pontífice. "No trae mucho provecho el hablar y el escribir si la palabra se usa no para buscar la verdad, compartirla, sino para imponerse en discusiones y defender la propia -quizás equivocada- opinión", agregó el Papa."Durante muchos años hemos vivido en una situación en la que públicamente no se decía la verdad y no se permitía decirla", argumentó Juan Pablo II en referencia a la etapa comunista en Polonia, "que aportó a la vida social la atmósfera de la mentira".

Por todo ello, el Papa abogó por depurar la vida social polaca de esa mentira. Mientras, algunos funcionarios de los medios de comunicación públicos recurrían a esa vieja práctica del período totalitario de censurar críticas. Tal fue el caso del director de la radio exterior polaca, Cadena 5, quien prohibió a los redactores insertar en el resumen de prensa el único comentario crítico del discurso de Juan Pablo II sobre el aborto, publicado por el diario Svandar Miodych (Bandera de la Juventud). Otro rotativo, Gazeta Wyborcza -dirigido por el histórico disidente Adam Michnik-, sólo se atrevió a matizar ayer, en la página 11, que las enseñanzas del Pontífice no facilitan la conversión en leyes de los principios morales por él enunciados."Los únicos comentarios críticos se han visto relegados a las tertulias de periodistas", comentaba ayer un joven polaco, colaborador de una de las grandes agencias de prensa internacionales. Éstas fueron las únicas olas que rompieron este mar de silencio y consenso de un país que se debate entre su fidelidad a la Iglesia y la práctica cotidiana.

Estos contrastes no restan, sin embargo, asistencia a los actos que preside Juan Pablo II, en los que destacó el papel de la familia y advirtió contra el fundamentalismo o las posturas fanáticas. Así, en la tarde de ayer el Pontífice tuvo ocasión de dirigirse a los laicos y a los catequistas de esa nueva Polonia que ha incorporado las clases de religión a la escuela pública, llamando la atención sobre el hecho de que la familia continúa siendo el eje de la vida cristiana.

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