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"Todo es política

Lo suyo era percutir y a ello se dedicó bajo la tutela de un profesor que, aunque no sabía una palabra de jazz, le enseñó a leer música y los rudimentos de la percusión. Sus ídolos por entonces eran blancos, Gene Krupa y Buddy Rich, y tocaban en elegantes teatros que prohibían la entrada a los negros. Fue entonces cuando Roach se percató de qué tipo de sociedad le había tocado en suerte. "Todo es política, no hay nada en mi vida que no sea político. Soy consciente de que soy un negro que vive en Estados Unidos, y, a pesar de los años transcurridos desde entonces, la situación actual es la más terrible que pueda recordar". Afortunadamente, aquello le hizo dar media vuelta y fijar su atención en baterías negros; todo menos un inconveniente, porque allí estaban Baby Dodds, Chick Webb y Jo Jones.Precisamente Dodds le ayudó a perfilar el semblante idóneo con el que enfrentarse al jazz. "Le oí decir en una conferencia que es imposible hacer jazz si no se tiene humildad; no una humildad cobarde, sino una gran humildad para cooperar con los demás. En el intercambio, en el juego de dar y recibir, se cifra toda la filosofia del jazz. Todavía no sé muy bien qué significa esta palabra y prefiero hablar de música de Scott Joplin, de Fats Waller o de Charlie Parker, pero creo que la diferencia del jazz con todas las demás músicas reside en que libera a los músicos de dogmas y tradiciones herméticas. En Europa existe una actitud imperialista en que las únicas figuras importantes son las del compositor y la del director, y en otros lugares como África o la India, la tradición pesa tanto que si te sorprenden tocando por la mañana música hecha para la noche te recriminan y te hacen el vacío. El jazz acaba con todo esto; en el jazz todas las personas son igualmente importantes y hay libertad para tocar cualquier cosa a cualquier hora".

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Tambores sin límite

Roach está escribiendo su autobiografía y rememora acontecimientos decisivos que le ayudaron a progresar como persona y como músico. Por ejemplo, la mítica sesión con Duke Ellington y Charlie Mingus de 1962. "Ellington solía describir una escena para ayudar a interpretar cada pieza. En el tema Fleurette africaine nos pidió que imaginaramos un bosque africano con una flor en el centro que no hubiera tocado mano humana; me llevó años comprender que aquella flor era Louis Amstrong. Detrás de cada pieza maestra de jazz siempre hay una historia; por eso mismo me interesa el rap, aunque yo no lo en tiendo a la manera convencional. Para mi, es el arte de la palabra hablada, es como Laurence Olivier recitando a Shakespeare ; no tiene nada que ver con armonías o instrumentos, lo importante es el estilo con el que se dicen las palabras. Procede de esa clase de gente a la que todo se le niega y nacen en el mismo entorno en que se crio Louis Armstrong. ¿De dónde sacaba Amstrong su música? La sacaba del deseo de hacer algo en una comunidad pobre, sin escuelas. La situación de hoy no difiere tanto de la de antaño y conserva el ambiente de los espirituales y de los cantos de esclavos de las plantaciones de algodón. Lo realmente sorprendente es cómo esa música primitiva ha llegado a ser aceptada e interpretada hasta por divas de la ópera como Leontine Price o Jessy Norman. Ahí reside su verdadera grandeza".

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