Mozart y Salieri en patines
Con Tambascio llegó el escándalo, algo que no se producía entre el público de ópera madrileño desde aquella Carmen de 1982 con dirección escénica de Pilar Miró, y entonces por razones fundamentalmente extramusicales. Gritos de "fuera,fuera" y aplausos entusiastas de aprobación jalonaron el final del programa Mozart-Salieri que, con singular acierto y oportunidad, proponía el Festival Mozart en su apuesta más audaz hasta la fecha: voces jóvenes, producción propia y rompedora. A la vista de la marimorena que se armó, la ópera sigue viva: estamos de enhorabuena.Cuando, hace cuatro años, Tambascio y Martín López realizaban la puesta en escena del estreno mundial de La hacienda, de Pompeyo Camps, en el teatro Colón de Buenos Aires, afirmaban: "No proponemos una lectura única ni una interpretación, sino un vehículo para que el espectador busque los contenidos posibles más allá del discurso fenomenológico". Este planteamiento sirve perfectamente para su aproximación a Mozart y Salieri. Importa, por encima de todo, el retrato de época; de ahí, la continua interrelación de las dos obras o el uso de añadidos en las mismas, como la lectura de cartas de los compositores y sus libretistas. E importa que ese retrato se efectúe de forma transgresora, desde una óptica actual: Mozart y Salieri circulan continuamente en patines entre sus personajes; la ingenua pastoral Bastián y Bastiana se convierte en un juego de seducción donde el erotismo de una copa de champaña en un zapato femenino convive con las marionetas o el chiste; las cantantes de Prima la musica aparecen en paños menores, con alusiones sadomasoquistas, mientras se discute la primacía del texto, la música o el tipo de ópera, seria o bufa.
Mozart-SaIieri
Bastián y Bastiatia y Prima la musica, poi le parole. Cantantes: Ignacio Giner. Gloria Fabucl, Juan Pedro GarciaMarqués, Raquel Pierotti, Anna Catarci, Manuel Lanza y, Luis Alvarez. Actores: Josu Bilbao y David Pinilla. Orquesta de la Ópera del Teatro Nacional de Ostrava. Director musical: José Ramón Encinar. Director escénico: Gustavo Tambascio. Escenografía y figurines: Martín López. Festival Mozart. Teatro Albéniz. Lleno. Madrid, 12 de mayo.
Añadidos
Más discutibles son los añadidos musicales, como la introducción de unas frases de Il mio tesoro, de Mozart, en la obra de Salieri (la diferencia de ambos autores se hace ostensible) o el arreglo Final del propio Encinar fundiendo partes de las dos óperas con todos los cantantes y actores en escena; también, el abuso de algunos efectos, como las tartas. En cualquier caso, el espectáculo funciona de una forma divertida, llena de sorpresas, con continuos hallazgos y sugerencias, y con un gran respeto al espíritu de Mozart y Salieri, un respeto que no impide la contemplación irónica.
Musicalmente, el nivel fue excelente, casi milagroso. No ha podido tener Gloria Fabuel un debú escénico más afortunado en Madrid; su Bastiana derrochó gracia, intención y expresión. Asimismo, Ignacio Giner mostró una línea musical llena de belleza y adecuación estilística, Raquel Pierotti estuvo poderosa y radiante, Anna Catarel resolvió con holgura su cometido, y Manuel Lanza, Luis Alvarez y García Marqués dieron una auténtica lección, tanto en los difíciles recitativos como en las arias y conjuntos. La asombrosa dirección teatral de Tambascio contribuyó a que todos estuviesen estupendos como actores.
En el foso, José Ramón Enelnar imprimió a la orquesta de la Opera del Teatro Nacional de Ostrava unos tiempos vivos y cálidos, llenos de alegría y modernidad. Su prestación fue a todas luces magnífica y contribuyó con lo dicho más arriba al resultado global de un espectáculo lúdico, imaginativo, corrosivo, sanamente excesivo en algún momento, estimulante, provocador y lleno de talento. Los próximos días se podrá contemplar en Valladolid (día 15), Ciudad Real (día 17) y Albacete (día 19).
Babelia
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