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MÚSICA CLÁSICA

La nueva Sinfónica de Asturias

A los acordes del himno asturiano y como cima del 16º Festival, se presentó el domingo en el Campoamor la nueva Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), dirigida por el maestro invitado Doron Salomón. Avancemos lo que es noticia, junto a la del éxito: la agrupación recién formada se convertirá, en un plazo relativamente breve, en la mejor que haya tenido nunca Asturias.Está formada hoy, además de los aumentos necesarios, por 65 profesores de plantilla procedentes de 19 países y seleccionados entre más de mil aspirantes internacionales. La representación española se reduce a 10 nombres, aproximadamente el mismo número que la norteamericana y la puertorriqueña, y en todo el trabajo organizatilio han puesto sus mejores conocimientos y su mayor entrega Juan Bosco, Edmon Colomer y un pequeño grupo de colaboradores, que, antes del concierto inaugural, dimitieron de sus puestos, lo que constituye la comidilla ovetense de estos días, la anécdota, quizá grave, con la que tantas veces los españoles adornamos o afeamos la categoría de los hechos.

En todo caso, después de las fundaciones orquestales de Sevilla y de Asturias y las próximas de Castilla y León y Galicia, está en marcha uno de los empeños más necesarios para la normalización de nuestra vida musical: la operación orquestas que viene a completar y llenar de contenido la anterior operación auditorios y recuperación de teatros.

Vayamos con el concierto de presentación, cuyo programa, salvo la obra de Orbón, carecía de significación española, y, hasta en el momento de los bises, se insistié, en Dvorak o se echó mano de Chaikovsky y de Juan Strauss. Demasiado. Tampoco el director elegido supuso un hallazgo, (dada su carencia de imaginación y una evidente rudeza que se advirtió en la pobre planificación dinámica, atenida preferentemente a los mezzoforte y fortísimos.

Acierto completo me pareció la inclusión de una página de Julián Orbón, asturiano de nacimiento, cubano de adopción y, como escribe Inmaculada Quintanal, "hombre de mundo". Las Tres versiones sinfónicas, de 1953, revelan un artesanado excelente y una certera invención, más corta quizá que en las Cantigas o que en Monte Golboe. Por otra parte, la versión del maestro voló bastante a ras del suelo. Luego Prokofiev, con el Tercer concierto de piano, sensacionalmente protagonizado por Dimitri Alexiev, y la Séptima sinfonía de Devorak.

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