El Banco Europeo y de Reconstrucción y Desarrollo
Cuando MItterrand propuso el 25 de octubre de 1989, en Estrasburgo, la creación de una nueva institución financiera que se ocupara de ayudar a la transformación hacia la economía de mercado y hacia la democracia de los países que hasta entonces habían estado detrás del telón de acero el mensaje fue recibido con calor por lo que suponía de avanzar un nuevo proteccionismo europeo, pero con escepticismo si se pensaba en lo difícil que iba a ser aunar todas las voluntades precisas -del Este y del Oeste- para que la idea tomara cuerpo.No hay duda de que la idea se produjo en un momento muy oportuno pues la Perestroika de Gorbachov se veía más clara que hoy, el telón de acero estaba empezando a desmoronarse con la relajación de las prohibiciones para emigrar hacia el Oeste admitida por varios países del Este y se estaba en los últimos días del muro de Berlín que empezaría a caer el 9 de noviembre.
La idea no podía fallar a pesar de los problemas técnicos que desde el primer momento aparecieron como evidentes a la hora de establecer el diseño definitivo: lugar de establecimiento de la sede, capital social a involucrar, peso de los diferentes países e instituciones accionistas, apertura a la Unión Soviética o no de sus futuros créditos, divisa a utilizar para fijar el capital social y las transacciones, posibilidades de apoyar a empresas privadas o administraciones públicas en los países del Este, etcétera.
Desde un punto de vista de relaciones económicas internacionales generales la nueva instituciópn financiera internacional viene a abrir una línea interdisciplinaria político-económica hasta ahora inexistente en la arena mundial pues por primera vez en unos estatutos se habla de favorecer la transición (de los países del Este) hacia economías de mercado y de promover la iniciativa privada y el espíritu de empresa bajo la condición de que los estados beneficiaros se comprometan a poner en práctica los principios de la democracia. En unos momentos en que el Japón -el primer donante internacional de ayuda al desarrollo- ha dicho que va a supeditar su ayuda al respeto de los derechos humanos en los países ayudados, el BERD aparece como el primer organismo económico internacional cuyos estatutos dicen explícitamente que va a procurar impulsar la democracia.
El tema, en la perspectiva de las dificultades que algunos países antes socialistas -tanto en el Este como en el mundo subdesarrollado- están experimentando para evolucionar hacia fórmulas democráticas pluralistas y hacia la economía de mercado sin desintegrarse o sin sufrir drásticas reducciones en sus niveles de abastecimiento tiene una gran importancia: la condicionalidad política es evidente.
Operativa
Pero las novedades de este nuevo BERD no acaban aquí. Con la pérdida de confianza en el dólar norteamericano se hicieron aperturas hacia el Derecho Especial de Giro (cesta de monedas establecida por el Fondo Monetario Internacional en 1969 y potenciado desde entonces).
El BERD tiene su capital expresado en ECUs (la Unidad Monetaria Europea) pese a que intervienen en su accionariado la Comunidad y sus estados miembros y otros países tan dispares como Estados Unidos, la Unión Soviética o México que posiblemente habían oído hablar poco del ECU antes de la firma del Convenio Constitutivo del BERD. Pese a tal simbolismo del ECU el dólar y, el yen estarán al mismo plano que la cesta europea de monedas pues será en las tres divisas en que se podrán hacer las aportaciones.
La otra gran novedad es el hecho de que la Unión Soviética figura entre los accionistas fundadores (con un 6% de los 10.000 millones de ECU del capital total contra el 10% de Estados Unidos y el 8,52% de Japón, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido).
A partir de estas constataciones "anatómicas" podríamos plantearnos cómo va a ir desarrollándose, a partir de aquí, la "fisiología" del nuevo organismo financiero internacional.
Desde el punto de vista de la influencia en sus decisiones no hay duda de que los Estados Unidos y la Unión Soviética han reconocido el papel preponderante que debe jugar la Comunidad Europea que ostenta (conjuntamente Comunidad y estados miembros) el 51% del capital y la presidene a del banco (el francés Jacques Attali) y aporta la sede operativa para este organismo que tiene ahora 80 funcionarios pero que va a tener 250.
Este papel preponderante de la Comunidad no es nueva pues tanto en el G-7 como en otros foros, se ha reconocido la implicación directa que la Europa Occidental debe tener en la tutela de la evolución de la Europa del Este hacia la democracia y hacia la economía de mercado y la propia Comunidad ha demostrado ya sobradamente su vocación en este sentido creando la Operacíón Phare primero limitada a la ayuda a Polonia y a Hungría y luego extendida a otros países del Este y acordando ayudas ya importantes para cooperar a que los países del Este culminen positivamente su transformación.
En cuanto a la operativa y a las tareas, el nuevo BERD tiene que implantar la economía de mercado en unos países que salen de la rigidez de la planificación central y de sistemas en que la productividad, la satisfacción del consumidor o la lucha contra la contaminación no figuraban entre los parámetros en que se pensaba; el luchar en favor de la empresa privada competitiva, la limpieza del medio ambiente y la creación de estructuras de mercado.
es director en la Comisión de las Comunidades Europeas y Catedrático de Organización Económica Internacional.
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