Español en América

POR FORTUNA, la lingüística actual permitirá valorar en términos apropiados, de espaldas a la temible retórica encomiástica, el establecimiento del español como lengua oficial en Puerto Rico. Aprobada por la Cámara de Representantes y ratificada por el gobernador de la isla, la nueva legislación deroga la ley de idiomas oficiales, que desde 1902 había impuesto el uso indistinto del inglés y del español. Las consecuencias de toda naturaleza que este acontecimiento ha de traer rebasan con mucho, por otra parte, el campo de la geografía lingüística. Actualmente, el español de América, dentro de su diversidad, guarda con el español peninsular una identidad básica, congruente con el grado de desarrollo que tenía la lengua castellana cuando se comenzó a escuchar y a hablar en la isla antillana. En el umbral del V Centenario conviene recordar que en 1492 se publicó la Gramática de Nebrija, y que en las últimas tres décadas la literatura latinoamericana ha renovado ejemplarmente la lengua castellana. En esta hora feliz de nuestro idioma, y en ciernes el Instituto Cervantes, también es justo no olvidar que Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas enseñaron en Puerto Rico. La recuperación de tan importante área idiomática ratifica que en una lengua común radica la más auténtica razón de entendimiento con las naciones americanas.