_
_
_
_

El director teatral Yuri Liubímov sigue considerándose persona no grata en la URSS

El Teatro Taganka de Moscú estrena hoy en Madrid 'Borís Godunov'

El Teatro Taganka de Moscú es uno de los mitos escénicos contemporáneos. Hoy, mañana y pasado actúa en el teatro Albéniz de Madrid con uno de sus montajes más queridos: Borís Godunov, de Pushkin, dirigido por el creador del grupo, Yuri Liubímov, que, tras salir de la URSS en 1984, sólo pudo regresar al Moscú de la perestroika. Hubímov, que sigue manteniendo opiniones muy críticas sobre su Gobierno, se considera aún persona no grata para las autoridades soviéticas, dirige en Madrid a otra figura del Taganka: el actor Nikolái Gubenko, actual ministro de Cultura.

Yuri Llubímov tiene casi exactamente la edad de la Revolución, y es uno de esos mitos de la cultura soviética cuyo pasado de continuos choques con la censura le ha llevado a una posición absolutamente crítica con el partido comunista de la URSS. "Sigo considerándome persona no grata", dice, "aunque me hayan devuelto la ciudadanía que me arrebataron tras no dejarme volver al país en 1984. Entonces se dijo que yo me exilié, y lo cierto es que tenía trabajo fuera y no me permitieron regresar. Pero hoy soy el único intelectual de la oposición que se ha quedado en la URSS para trabajar por la perestroika".

Pesimismo

No se atreve Liubimov a hacer predicciones, pero comprende el pesimismo actual del pueblo y de la intelectualidad soviética: "Es verdad la definición que da el chiste: el pesimista es un optimista bien informado. La Revolución de 1917 lo derrumbó todo, y empezó la tarea que indican los versos de la Internacional: 'El mundo de hoy ha de hacerse añicos / y los nada de hoy todo han de ser'. En 73 años lo han conseguido, y ahora ellos mismos dicen que hay que reconstruir. ¿Sobre qué base? ¿Y por qué el pueblo tiene que creerles? El país más rico del mundo está ahora lleno de pobres. De ahí el pesimismo".En 1984, Liubimov tuvo que quedarse en Inglaterra, y luego trabajó en Italia y en otros países europeos. Hasta 1988, y precisamente en una representación en Madríd, no se reencontraría con el Teatro Taganka, que había fundado en 1964 y cuyo primer montaje fue La buena persona de SeZuan, de Brecht. La experiencia occidental le sirvió para "descubrir un mundo distinto". Un mundo que sigue sorprendiéndole: "En el hotel en que estoy, vi anoche una reunión de un partido de extrema izquierda. ¿Qué quieren, el comunismo? Es como esas manifestaciones a favor de un dictador como Sadan Husein; no puedo aceptarlas. Recuerdo que, cuando Solzhenitsin visitó España, en los últimos años del franquismo, aquí no entendieron que hablaba con imágenes, y fue muy criticado porque dijo que, en comparación con la URSS de Stalin, ustedes estaban mejor".

La época de Breznev significó para Liubimov y Taganka un continuo enfrentamiento con el poder. "Llegaron a obligarme a montar La madre, de Gorki, como condición para no cerrar el teatro, que aglutinaba a gran número de artistas e intelectuales y que era el símbolo de la lucha por la libertad. Todo iba de mal en peor, hasta estallar en 1984, precisamente con Borís Godunov: cerraron el local pretextando motivos de salud, y yo añadí: 'Prohibido por el Ministerio de Cultura. Pushkin ha muerto".

Pushkin y Borís Godunov siguen siendo, para Liubímov, inexcusables puntos de referencia. "En Europa pueden pensar que Pushkin es sólo un libretista, pero para nosotros es lo mismo que Cervantes para los espanoles, Shakespeare para los británicos, Goethe para los alemanes".

Con la perestroika, el panorama ha cambiado. "Ahora cada artista tiene que entender la compleja situación del país y adoptar su propia postura también como ciudadano. El Taganka siempre mantuvo una postura inequívoca. El teatro se enfrenta ahora con un mornento difícil y turbio, con muchas trincheras diferentes".

El hecho de que el propio ministro de Cultura, Nikolai Gubenko, sea hombre ligado al Taganka (fue su primer actorde 1964 a 1972) podría ser esperanzador, pero Liubímov es cauto: "Gubenko, un enorme actor, no está con nosotros como ministro, sino como profesional. Creo que el arte nunca puede dirigirse en ningún sentido. Un buen ministro debe reflexionar y apoyar las tendencias sanas, sólo eso".

Todo el mundo que ha sido algo en la cultura actual de la URSS ha estado relacionado con el Teatro Taganka, y no digamos con Yuri Liubímov: el mítico cantautor y actor VIadímir Visotsky interpretó un cele brado Hamlet; durante la ausencia de Liubímov, ocupó su puesto Anatoli Efros, fallecido en 1987; y otro director famoso, Anatoli Vasíllev, salió de las filas del grupo. "Me gustaría" dice Llubímov, "montar a un autor, Robert Erolman, cuya obras La acreditación o El suicida siempre han estado prohibidas".

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_