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Crítica:FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO DE MADRID
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Compañía noruega, director británico

Peer Gynt fue la última obra de lbsen en verso, (1867) y con una abundancia de fantasía, antes de ir a parar al naturalismo. Fantasía y verso conducían, sin embargo, a un pensamiento arrancado del principio del existencialismo (Kierkegaard) y admirablemente escenificado: la creación de un viaje largo como la vida del protagonista. No muy lejano a otros mitos mundiales: el tramposo Peer Gynt, dado a mujeres y a trampas, fuera de escrupulos, emplazado a la muerte y a la condenación por sus inagotables pecados, pero salvado en el último momento por una mujer, Solveig, recuerda nuestros donjuanes.Idea, lenguaje, meditación y cuento filosófico abruman, naturalmente, en su idioma original y durante tres horas, pese a que la velocidad y el régimen escénico impuesto por el director John Barton le den viveza, y la escenografía sea sucinta para que la imaginación se despliegue. Es muy buena versión, muy buena compañía: el actor Per Jansen es extraordinario; son muy buenos todos, y las mujercitas que al mismo tiempo que los principales papeles -como Tone Danielsen, llena de dulzura- se convierten en un coro continuamente transformado, llena todo el tiempo la escena con gracia y solvencia: da gusto verlo todo.

Peer Gynt

De Henrik lbsen. Intérpretes: Per Jansen, Tone Damelsen, Bjorn Skagestad, Jan Harstad, Tor Stokke, Ole-Jorgen Nilsen, Tina Hartvig, Anitra Eriksen, Liv Steen, Henny K. Skjonberg, Camilla. J. Henriksen, Per Chr. Revholt, Petter Brambani, GeirMartin Flaen. Escenografia: Tine Schwab. Responsable musical, Per Chr. Revholt. Coreografía: Bodil Ousdal Máscaras, June Paalgard.Dirección y adaptación: John Barton. Teatro Nacional de Noruega. Sala Olimpia, 21 de marzo.

Más información
Peer Gynt vive en la casa de lbsen

Aunque hubo numerosas fugas en el entreacto -fugas del idioma, pruebas inexorables de que lo que importa es el texto-, muchos se mantuvieron hasta el final: y la colonia noruega, claro, y otros escandinavos, que se entusiasmaron más que nosotros -por su conocimiento- con actores, dicción y poema.

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