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SAN SEBASTIÁN DE LOS REYES

Cogida grave de Andrés Caballero

Andrés Caballero vio frustradas ayer una vez más sus ilusiones de gloria al sufrir un grave percance cuando entró a matar a su primer enemigo. El coletudo eligió los peores terrenos (en la suerte contraria y con la querencia del boyazo a chiqueros) y se volcó en el morrillo con la misma autenticidad con que hace todo. Pero el estoque encontró hueso y el infortunado diestro se quedó en la ara del animal con pundonoroso afán. Sin defensa posible, el toro se lo echó a los lomos, le pisoteó con saña y le dejó el cuerpo hecho un rebuño.

Los corazones de los espectadores se sobrecogieron y ahogaron por el espectacular dramatismo y la duración de la cogida. Como normalmente sólo los toros bravos son certeros, el de Rojas se limitó a pegarle una gran paliza a Caballero. Cuando le levantaron éste tenía la faz demudada por los gestos de dolor y llevaba la pierna derecha hecha un churro. De esta guisa lo llevaron a la enfermería, donde le apreciaron multitud de golpes y la luxación de tobillo que le tendrá en el dique seco varias semanas.

Rojas / Soro, Caballero, Camino

Toros de Gabriel Rojas, terciados, mansos y, noblotes. El Soro: media desprendida (slencio); pinchazo y estocada caída (ovación), bajonazo (oreja). Andrés Caballero: pinchazo, remata al toro El Soro de dos pinchazos y estocada trasera (silencio). Rafi Camino: estocada desprendida (oreja), estocada tendida (silencio). Andrés Caballero fue asistido de contusiones múltiples y luxación de tobillo derecho, de pronóstico grave. Plaza de San Sebastián de los Reyes, 16 de marzo. Primera de la Feria del V Centenario.

El tópico taurino no se había cumplido, porque a la entrada del coso su peón José Castilla pisó una boñiga de caballo, v espetó: "Hombre, qué bien esta tarde vamos a tener mucha suerte". Después se lamentaba de sus escasas dotes pronosticadoras.

Nula casta

Lo cierto es que poco brillo podía esperarse con la nula casta de los bicornes sevillanos, por cuyas venas debía correr gazpacho andaluz pero no sangre brava. La emoción estaba, pues, descartada; salvo la que regalaba un ventarrón serrano que bajó a participar en la corrida. El teórico arte quedaba sólo en la creatividad de un Camino ausente de musas. Lo puso en evidencia con el percal, a base de trapazos con pasito atrás. También en el quinto, cuya aspereza aumentó por sus cortos recursos para el macheteo. En el tercero, aunque se colocó a mucha distancia y perfilero, se acercó algo a la ortodoxia con elegancia y algunos flecos artísticos que le valieron una oreja fácil.El Soro nunca va por los caminos de la ortodoxia. Lo suyo es rebozarse con el toro, banderillear con espectacularidad, y la traca efectista. El que hace lo que sabe no está obligado a más. Por eso el hombre se iba tan contento con la oreja ganada por méritos circenses, pero honradamente.

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