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41º FESTIVAL DE BERLÍN

Una visión agradable y blanda del genocidio de los sioux

Se proyecta "Bailando con lobos", de Costner

El actor estadounidense Kevin Costner protagoniza, además de coproducir y dirigir, una de las películas favoritas para la próxima edición de los Oscar: un western de ambición épica y elegiaca, titulado Bailando con lobos, al que se considera uno de los platos fuertes de la Berlinale. En casi tres horas, Costner alcanza gran belleza en algunas imágenes y una más que estimable intensidad sentimental. Pero una vez más, y como siempre que Hollywood ha intentado reconstruir el destino de los sioux, la atroz negrura de este destino es escamoteada.

El cine norteamericano sigue sin atreverse a llegar al fondo de uno de los más abominables genocidios de la historia del crimen político. Las indudables virtudes visuales de Bailando con lobos no llegan a compensar esta carencia. En el cine de Estados Unidos, los nombres de Washita y Wounded Knee, entre docenas, siguen siendo un tabú, y Costner no tiene la osadía de romperlo. Su obra, siendo interesante, da menos de lo que ofrece. La acusación de blandura, formulada por algunos críticos estadounidenses, es justa.En Bailando con lobos Costner hace un trabajo, en producción, interpretación y dirección, de mérito. Se inspira, y extrae de ella algunas de sus mejores esencias, en la tradición del western épico, sobre todo en la extraordinaria Cheyenne Autumn, de John Ford, aunque ciertamente se queda muy por debajo. También hay elementos deducidos de otros formidables westerns, como Flecha rota, de Delmer Daves, y Jeremíah Johnson, de .Sidney Pollack. Finalmente, y en lo relativo a la calculada morosidad de la acción, podemos encontrar también huellas del esplendor de Raíces profundas, la obra maestra de George Stevens, pero muy lejos también de la elegancia del estilo de éste.

Cuenta el filme la historia de la progresiva conversión de un teniente del ejército de Estados Unidos, tras la guerra de Secesión, a la visión del mundo de una tribu de sloux con la que,

desde un solitario fortín fronterizo en el que tiene como única compañía un lobo, entra en contacto, dialoga, convive y finalmente adopta como patria, capturado por la hondura de una cultura que comprende mucho mejor que la suya los misterios de la naturaleza.

Ecologismo

Estamos por ello ante un western generoso y de orientación ecológica. No es el primero de este tipo, pero sí el que más parece querer entrar en el espinoso asunto de la cada día más evidente superioridad intelectual y moral de los pueblos americanos aborígenes sobre sus sojuzgadores de piel blanca. Éstos cometieron el error, de consecuencias mortíferas, de identificar civilización y avance tecnológico con cultura, cuando ambos términos están lejos de significar siempre la misma cosa.Ésta es a grandes rasgos la zona profunda de Bailando con lobos. A ella hay que añadir algunas buenas secuencias de cadencia solemne y grandes vuelos líricos, como la de los bisontes. También puede añadirse a este capítulo de virtudes el tratamiento humorístico de la Iniciación del soldado en los vericuetos de la visión del mundo propia del indio y tan ajena a él. Finalmente, la serie de escenas en las que Kevin Costner va ganando poco a poco la confianza del lobo solitario que merodea , conforma con las otras un conjunto de estampas muy bonitas, pero bastante más epidérmicas de lo que a primera vista parece. Poseen efecto deslumbrador y esto es peligroso, pues puede ser fuente de engaño. En este caso, lo es.

Se trata de engaño por omisión, cosa frecuente en el cine: empleo hipócrita de las elipsis. La sinceridad del filme no llega al fondo de lo que cuenta, sino que se limita a insinuarlo con un final al mismo tiempo feliz y doloroso, cuya ambivalencia equivale aquí a escamoteo. La cultura del pueblo sioux, aquí cantada, fue literalmente exterminada, arrancada a cuajo de la piel de las praderas. Y esta terrible operación genocida, que culminó en la matanza de Wounded Knee a finales del siglo pasado y que incluyó a mujeres, ancianos y niños, muchos de ellos con un tiro en la nuca, se queda en Bailando con lobos en una dulce elipsis. Imperdonable carencia en una obra que ambiciona penetrar en el destino de un pueblo, pero negándose a visualizar ese destino. Es posible que las retinas del público de la América posreaganiana no estén capacitadas, después de] baño de patriotería, para soportar ese baño de sangre. Se ha escrito mucho sobre el genocidio de los sioux, pero éste jamás se ha visto. El cine de Hollywood ha penetrado sin miedo en las tinieblas de Treblinka, y en ellas ha arrojado luz. Pero hay que insistir en ello: las sombras de Washita y Wounded Knee, como las matanzas apaches y el terrible asunto de la muerte del gran Mangus Colorado, entre infinidad de casos, siguen en la sombra.

Sólo un buen actor

Como mínimo, hay que decir que el honesto, pero todavía de cortos alcances como cineasta, Kevin Costner, ha perdido una ocasión inmejorable para ganar unas cuantas estatuillas del tío Oscar y al mismo tiempo ganarse un lugar propio en la historia del cine. Ganará dentro de unas semanas varios oscars, pero seguirá siendo lo que hasta ahora ha sido: un buen actor y nada más.Cuando se afronta una historia como la que ha elegido, los resultados, las evidencias, han de estar a la altura de las ambiciones. Lo contrario es cobardía, como cobardía es que Costner no haya volado a Berlín para defender su trabajo, excusándose con una carta tan hipócrita como su a veces bella película.

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