_
_
_
_

Miles de osetios sureños huyen de Georgia a través de las montañas nevadas

Pilar Bonet

Mujeres y niños que recorren a pie decenas de kilómetros por las nevadas montañas del Cáucaso llegan cada vez más a menudo a Vladikavkaz procedentes de Olsetia del Sur, un territorio que ha sido prácticamente aislado de la civilización por los ánimos independentistas de la República de Georgia. Los osetios fugitivos se cuentan ya por miles en la República de Osetia del Norte, el territorio perteneciente a la federación rusa colindante con Osetia del Sur, que es parte de Georgia.

En el último mes han sido 3.500 las personas que han encontrado refugio en Osetia del Norte huyendo de la otra zona, según afirma Gueorgui Sablojóvich, un funcionario local que se encarga de alojarlas por cuenta del sóviet local.Los sucesos de Lituania y la guerra del Golfo han desviado la atención internacional del destino de los fugitivos osetios. En la madrugada del 6 de enero, en Tsjinvali, la capital de Osetia del Sur, muchos de ellos se despertaron atemorizados por el ladrido de los perros que acompañaban a los miles de policías y voluntarios georgianos que irrumpieron en la ciudad.

Comenzó así una lucha directa por el territorio, que constituye el último capítulo de una historia que se remonta a los años veinte y a la política de nacionalidades de Stalin. Osetia del Sur, considerada un "caballo de Troya" de Moscú por los dirigentes georgianos, cambió su rango de provincia autónoma por el de república en septiembre, y la dirección georgiana que preside Zviad Gamsajurdia reaccionó aboliendo la autonomía de Osetia del Sur y declarando el estado de excepción en dos zonas.

Desde el 6 de enero los osetios del Sur viven aterrorizados. Al corte de la electricidad, del combustible (que ha dejado fuera de funcionamiento la clínica y la fábrica de pan) y de las comunicaciones se añade ahora la presencia de miles de combatientes georgianos.

Su número se ha incrementado en los últimos días al norte de Tsjinvali, según manifestaba Félix Totshíyev, responsable de nacionalidades de la organización del partido comunista en Osetia del Norte. "Eso puede ser señal de que preparan algo", agrega Totshíyev.

Los osetios constituyen una minoría de unas 160.000 personas en el total de 5,5 millones de habitantes de la República de Georgia. "Vinieron en un carro de combate sin identificación alguna y comenzaron a disparar por las casas", dice Farizad Kokoleva, una anciana que ha llegado desde una zona rural de Znauri. "No podemos volver porque han espantado todo nuestro ganado", exclama esta campesina, que hoy se hacina junto con un centenar de mujeres y niños en las estrechas y frías habitaciones del centro de excursionistas Redant, a la vera de lo que en el pasado fue el legendario camino militar georgiano.

Otra anciana, que fue vecina de Farizad, recuerda cómo volaban las balas en su patio en la madrugada del 24, de enero, mientras los atacantes proferían gritos de "¡Viva Georgia!". "No sabíamos hacia dónde ir", dice la mujer, que acabó formando parte de una caravana que recorrió 40 kilómetros a pie con los bebés metidos en bolsas de plástico. Uno de estos niños fugitivos, de ocho meses, se ha congelado en el camino.

Los hombres, por lo general, no emigran. Se quedan a defender sus casas y sus tierras en Osetia del Sur. Entre ellos figura está el marido de Fátima Bestáyeva, embarazada de siete meses que cuenta ya con otros tres hijos a cuestas.

Entre el 6 de enero y el 13 de febrero han perecido en enfrentamientos en Osetia del Sur unas 40 personas como mínimo (entre ellas 25 osetios y 15 georgianos), señala Totshíyev, quien acaba de regresar de Dzhavá, la ciudad a partir de la cual el tránsito hacia el Sur comienza a ser una aventura peligrosa.

El Ejército, según afirma el citado funcionario comunista, refuerza la vigilancia de sus cuarteles y locales, pero no se inmiscuye en el conflicto. "El síndrome del Báltico es muy intenso en las Fuerzas Armadas", señala Serguéi Tabólov, secretario del partido comunista en Osetia del Norte.

Piden ayuda a Gorbachov

Las instituciones de Osetia del Norte, incluido el Parlamento republicano, se han dirigido a Mijaíl Gorbachov para que el presidente de la URSS tome medidas o declare el Gobierno directo desde Moscú en Osetia del Sur, pero el presidente, por el momento, se ha limitado a promulgar un decreto invalidando las decisiones en relación a Osetia.

El partido comunista es fuerte en Osetia del Norte. Su líder, Ajsarbek Galázov, que es al mismo tiempo el presidente del Sóviet Supremo republicano, advirtió en la última reunión del Consejo de la Federación celebrada recientemente en Moscú que no puede contener a quienes desean ir a luchar contra los georgianos a Osetia del Sur o bien tomar medidas contra ellos, tales como cortarles el gas, que pasa por territorio de Osetia del Norte, e incluso vengarse con sanciones discriminatorias y represalias contra los 13.000 georgianos que viven en Osetia del Norte.

Los funcionarios comunistas temen que el conflicto que ha estallado en Georgia pueda propagarse por todo el Cáucaso y crear una situación explosiva.

El reclutamiento de voluntarios en Osetia del Norte para acudir en apoyo de sus hermanos del Sur ha comenzado ya. Uno de sus responsables quería marcharse esta misma semana con varios centenares de personas armadas a "luchar contra Gamsajurdia".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_